15/11/2021
 Actualizado a 15/11/2021
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Ahora ya sabemos cómo llama este gobierno (español) a la discriminación en la cultura: Coliderazgo activo. Así es como camufla su reciente atraco a los fondos destinados a esta materia en los presupuestos generales del año 22, 58 millones de euros,a distribuir a su antojo. De los cuales, 20 millones (véase la proporciónentre 17 comunidades autónomas) van a ir directas a Barcelona para financiara 37 entidades culturales entre las que destacan aquellas que tienen prohibido el uso del español en nombre de la cultura.

‘Sic rebus stántibus’ (así las cosas) no queda más remedio que concluir que esto forma parte del precio que el Sr. Sánchez paga a los independentistas a cambio de su apoyo a los presupuestos, requisito indispensable para continuar dos años más en la Moncloa. Pero es que el actual ministro español de cultura, el catalán y militante del PSC, Miguel Iceta, a lo mejor no es separatista. Pues, lo parece. Y ya conocemos el dicho de que la mujer del Cesar…

Pero los 20 millones se van a Barcelona para consolidar el coliderazgo activo. Aquella Barcelona a la que fue a parar uno de los protagonistas del último libro del leonés (de Valbuena del Roblo) Rubén Alonso de Ponga, titulado ‘Amores de guerra y paz’ huyendo de un lance de amores prohibidos y en la que se encontró, en los años previos a la guerra, con aquella amalgama de partidos de izquierdas que terminaron como el rosario de la aurora. Allí estaba también nuestro Durruti, el anarquista, uno de los principales políticos por aquel entonces.

Un entonces que terminó mal, pues como dice aquel joven de la montaña de Riaño, inmerso en el caos revolucionario: «Estos inútiles comunistas, que solo le hacen caso a los de Stalin, son los que nos llevan a la derrota». Y así fue. Y en aquella Barcelona se terminan encontrando los dos hermanos, uno en cada bando, y apenas si se reconocen.

Igual que ahora. Pero confiemos en el coliderazgo activo, a costas del erario público español, esa nación a la que casi la mitad de los catalanes manifiestan que no quieren continuar perteneciendo. ¿Y, a quien pretenden obedecer ahora? A Stalin, no. Al gobierno español tampoco. Pues, entonces, hay que deducir que lo que pretenden es gobernarse por sí mismos. Y están en su derecho. Por supuesto. Pues que busquen un camino legal para conseguirlo, que para experimentos de todo tipo ya los encontró en aquella Barcelona de preguerra aquel muchacho leonés huido de Valbuena del Roblo por ser un pichabrava y un guaperas como se suele decirse. De coliderazgos activos Dios nos libre.
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