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Colegas en la Campa

25/04/2018
 Actualizado a 13/09/2019
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A veces se dice que "la risa va por barrios". Y esto me viene a la memoria cuando llega el 23 de abril. Cuando en Roma celebraban las lupercales o fin de la pubertad, aquí se celebra otra orgía: El Día de Castilla y León. Lo cual sería como celebrar el sortilegio del agua y el aceite.

Para los leoneses, esta fecha es un día ordinario donde la gente tira más para Asturias, que es un destino natural y un sentimiento más afín que con lo castellano. Otros aprovechan para volver al pueblo y acondicionar la casa para pasar el verano y para los que puedan venir –son tantos los leoneses perdidos– con sus hijos, que ya no se sienten de esta tierra y cuando crezcan nunca volverán.

Las crónicas de Villalar, tan festivas y llenas de folclore, banderas castellanas, sindicalistas con dieta y políticos castellanistas que se sienten, entre su gente, como ratón encima de un queso. Sin embargo, el programa es el de todos los años, con la única salvedad del cambio de guiñoles. Una vez estuvo Lucas, ahora Herrera.… Sánchez y otros de segunda división del PSOE. Luego, los aspirantes de ambas formaciones, Mañueco y Tudanca.

No pueden faltar los de la Fundación Villalar. O Fundición, por el dinero que funden para la poca utilidad que tienen. Y, aventuro, que no andaría muy lejos, Pérez Andrés, reportero enamorado de todo lo castellano que interviene, y mucho, en la televisión regional.

Todos lo pasaron muy bien de aquí para allá. De puesto a puesto, luego al bar donde los excelentes vinos de Valladolid –hay que admitirlo– provocan la hilaridad y la conversación, 'in vino veritas'. Pero lo que se escuchó fueron tópicos y palabras carentes de contenido, ante los jubilados, salmantinos y abulenses que intentaban exponer sus derechos y agravios, fruto del desequilibrio entre las distintas provincias de esta comunidad, que es como una llaga cerrada en falso que cada 23 de Abril, supura.

Diríase que han convertido a Valladolid una especie de agujero negro que todo lo atrae y todo lo devora. Una abeja reina que engorda y engorda, mientas la colmena sufre de anemia aguda. La cuestión es que los que nos han puesto en este trance, no nos vas a sacar de él.
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