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Climatológicamente dialécticos

15/10/2022
 Actualizado a 15/10/2022
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Somos, sin duda, seres climatológicamente dialécticos. Uno es, entre otras muchas cosas, lo que el tiempo le deja ser. Esto lo dice Xuan Bello en ese libro entre vivido y soñado que es ‘Hestoria universal de Paniceiros’, y estoy bastante de acuerdo, cosa que no es extraña porque Xuan y yo estamos descubriendo últimamente que solemos estar de acuerdo en unas cuantas cosas.

Sigue Xuan diciendo que al tiempo atmosférico los antiguos campesinos, por lo menos los de occidente, lo llamaban el Hacedor, porque hace y deshace. Y continúa, en el asturiano en el que Xuan habla y escribe: «La lluna, l’aire, l’agua que cai, la seca, la nublina o el cielu de nube o escampláu son circunstancies vitales que nos condicionen de manera que nos cambien l’ánimu y que conformen, nuna mesma sustancia, la nuesa ánima».

Somos climatológicamente dialécticos, pero cada vez nos cuesta más mantener una conversación coherente con este tiempo raro y algo loco que vivimos, y eso que nosotros -también algo locos- somos los que hemos enloquecido al tiempo. Es decir, al clima. Nuestras conversaciones climatológicas se están volviendo extrañas en estas estaciones que trae el cambio climático, porque el otoño se va pareciendo al verano y el verano se va pareciendo al infierno.

Estuve con Xuan hace unos días en Avilés, para uno de los programas de ‘Clave de fondo’ que se graban en esa singular nave espacial que es la torre-mirador del Centro Niemeyer, y fueron unos días avilesinos también raros, porque faltaron su lluvia y sus cielos panzudos y grises. Pingó un poco, nada más.

También en Ponferrada, en este estrafalario mes de octubre, en vez de bajar la niebla -que Xuan dice que es, más que un estado atmosférico, un sentimiento del alma- baja el oso, que corre enloquecido ante las luces de los taxistas nocturnos. Y florecen, confundidos, los arbustos, mientras el otoño apenas sonroja los arces junto al río Sil, cuyas semillas hacíamos volar como helicópteros.

Los retos que trae el cambio climático son muchos y ojalá sepamos afrontarlos. Confío en que sí porque, como ya he dicho alguna vez, soy una optimista patológica. Tengo esa mala costumbre.
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