Secundino Llorente

Claustro de principio de curso

07/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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En un centro escolar se convocan y se celebran a lo largo del curso muchas reuniones de profesores, alumnos y padres: Consejo Escolar, Comisión de Coordinación Pedagógica, tutores, delegados, Asociación de Padres, etc. Pero la reunión estelar y primordial es el Claustro de Profesores, un órgano propio de participación del profesorado en el control y gestión del centro. Su principal responsabilidad es planificar, coordinar y decidir sobre ‘aspectos docentes’ del centro y a esto se dedica la mayor parte del tiempo de las sesiones. Pero todos los profesores sabemos que el claustro es algo más. La vida del Instituto es analizada en las sesiones de claustro, como mínimo cuatro al año, una al inicio del curso y una cada trimestre.

El Claustro, presidido por el Director, está integrado por la totalidad de los profesores que presten servicios en el centro. En mi vida profesional he presidido y he firmado más de cien actas de claustros de profesores. He conocido de todo. Claustros breves y cortos, de media hora, y largos y prolongados de hasta cuatro horas. La media, como los partidos de fútbol, noventa minutos. Los hemos tenido aburridos, tediosos y pesados, pero también animados, interesantes y divertidos. Algunos fueron problemáticos, polémicos y tensos pero la mayoría me parecieron distendidos, agradables y hasta simpáticos.

A ‘toro pasado’ yo confieso que prefería las sesiones con enfrentamientos, debates y discusiones a aquellas en las que parecía que, como me comentaba una compañera, los profesores estaban anestesiados y se limitaban a decir a todo «sí, bwana». He vivido debates interesantísimos en los que los claustrales ejercen sus dotes de ingenio y oratoria para defender una postura en las votaciones. He visto disfrutar y reírse a los compañeros con las ocurrencias de sus colegas. Las anécdotas serían interminables: Recuerdo que había cuatro matrimonios de profesores en el instituto. Una profesora soltera se quejaba de que los únicos horarios buenos eran para las parejas. Una emparejada contestó ‘al vuelo’: «Lo tienes muy fácil, el profesor de matemáticas está soltero».

La sesión de claustro más esperada es por estas fechas, los primeros días de septiembre. Muy probablemente la mayoría de los profesores de Castilla y León estarán convocados para el próximo lunes, día nueve. Allí se marcaban y se siguen marcando las pautas para el nuevo curso, se fijan las fechas de actividades y, principalmente, se reparte ‘el pastel’ con todas las asignaturas y grupos y se pactan los criterios del horario. Es fundamental este claustro para la buena marcha del nuevo curso. En esta reunión se aprueban los planes y proyectos de mejora y se asignan los recursos para llevarlos a cabo. Se distribuye algo tan importante como las tutorías. Se asegura el control del centro por medio de las guardias de clases o de patios. Pero principalmente se aprueban los criterios para la aprobación de horarios. En mi opinión el patrón o la pauta que deben seguir los horarios es ‘la máxima igualdad posible’. A veces ocasiona más problemas un horario superbueno que muchos malos. Lo ideal es que todos sean perfectos pero, como esto es imposible, lo mejor es que todos sean parecidos. Pobre del director o jefe de estudios al que le salen maravillosos los horarios de sus amigos porque le espera un curso muy conflictivo.

El último punto del orden del día de este claustro tan importante se lleva a cabo en los departamentos. Allí se reparten las asignaturas, los cursos, las recuperaciones, tutorías, refuerzos, etc. El jefe de seminario debe luchar por la igualdad y el equilibrio en el reparto porque, de no ser así, será muy difícil la convivencia en el departamento a lo largo del curso. En algunos casos la falta de acuerdo lleva irremediablemente a una ‘rueda’ establecida en la normativa que lo único que suele conseguir es perjudicar a todos. Tuve la suerte de que en mi departamento jamás se llegó a esta rueda porque estoy convencido de que el consenso, aunque obligue a ceder, siempre es mejor.

En el primer claustro conocemos a los nuevos compañeros. Yo les notaba el nerviosismo y ansiedad mirando sus ojos mientras se leía el acta. La tensión podía ir en aumento hasta los ruegos y preguntas que llegaban a ser eternos, o bien la calma era tal que ni ruegos y preguntas había. Como la memoria es selectiva y siempre se olvida lo negativo. Yo tengo un recuerdo maravilloso del centenar de claustros que presidí, y doy las gracias a ‘todos’ los compañeros profesores que han contribuido a tan grata sensación.
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