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Clásicos electorales

30/04/2019
 Actualizado a 09/09/2019
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Tras la cita electoral los bares se llenarán de sesudos debates sobre lo que pasará a partir de ahora. Es un clásico de estos momentos el que siempre hay quien sabe muy bien, por medio del amigo de un amigo (el imprescindible que acuñó J.H. Brunvand al estudiar las leyendas urbanas), quién pactará con quién, de qué manera y a cambio de qué. Unas cuantas pontificales aderezarán las cervezas y los vinos y durante un tiempo el fútbol perderá su status de asunto más importante y controvertido.

Otro de los clásicos será el de cómo es posible que algún partido con poco más de 50.000 votos tenga un diputado y otros, con más de 320.000, se queden sin representación. A la segunda o tercera ronda de cañas el pobre Victor d’Hont comenzará a ser sospechoso del asesinato de Prim, y las propuestas de reforma de las circunscripciones electorales y de las cámaras de nuestro sistema parlamentario volverán a acomodarse en el mismo sitio del que nunca salen: en la barra de nuestra tasca favorita. Es lo que tiene nuestro sistema, que lo podría hacer mejorar la calidad de nuestra democracia solo se defiende desde la derrota. Decía hace muchos años el expresidente Zapatero que la generosidad justa es rasgo de democracia pero no sé si con lo de justa se refería a una generosidad que obra por justicia y razón o a una generosidad apretada y limitada.

Eso sí, apretada y estrecha de miras me parece la forma en la que algunas normas pretenden seguir regulando nuestros procesos electorales y nuestras campañas. Seguro que esto no da ni para una ronda de cortos, pero que durante unos cuantos días, por mor de esa prohibición de publicar encuestas y sondeos electorales, nuestros Whatsapps se llenarán de profecías sobre la resurrección del rey Pelayo y de no sé qué reconquistas, es algo que considerar seriamente. Cierto es que cada uno es muy libre de elegir entre la mentira y la verdad, y por ello nuestra legislación electoral debería optar siempre por la libertad de expresión, no por la oscuridad que favorezca el rumor y la mentira.
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