Claro que aprenden

29/03/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Siempre hay miedo a que queden indefensos, a que no sepan cómo solucionar los problemas... pero los solucionan, ¡claro que aprenden a hacerlo!, por más recelos que hubiere.

Cuando una cría de cordero, uno de los seres de apariencia más frágil, tiene que tomar el biberón por la causa que sea nunca falta quien teme que la ausencia de la leche de la madre va a ser un problema sin solución, que no le gustará la leche, que no sabrá coger la tetilla, que no aprenderá a sobrevivir...

Y claro que aprende, claro que sobrevive, claro que coge la tetilla, sólo hace falta que le entre el hambre.

Como aprende el zorro cómo entrar en un gallinero que está herméticamente cerrado, con alambreras por todas partes... y cuando en la mañana visitas las jaulas compruebas que encontró un hueco, dónde falló el alambre.

Como aprende el perro a escaparse del corral de altas paredes, que parece imposible que pueda saltarlo, cuando llega la llamada de la selva, cuando en el horizonte huele a una perra que «anda alta».

Como saben los topillos cuándo va a llegar la nieve y llenan sus madrigueras de alimentos que recolectan en los espinos.

Claro que aprenden. Claro que saben. Y si en medio de la conversación en la que se cuenta cómo aprenden hay algún chaval en edad escolar será inevitable que matice: «Y sin necesidad de ir a la escuela».
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