Claro García: "Las historias siempre son más listas que nosotros"

El guionista y escritor astorgano vuelve a colaborar con el director Javier Fesser en 'Historias lamentables', una comedia de episodios por la que ha sido nominado al mejor Guión Original en los Goya

Joaquín Revuelta
22/01/2021
 Actualizado a 22/01/2021
El guionista astorgano Claro García en su mesa de trabajo acompañado por la gata Lucy. | JAVIER FESSER
El guionista astorgano Claro García en su mesa de trabajo acompañado por la gata Lucy. | JAVIER FESSER
Claro García ha escrito para radio, cine, televisión y publicidad. En televisión trabajó como guionista en programas míticos como ‘Un, Dos, Tres’ o ‘El Guiñol’ de Canal +, y escribió con Garci la serie de TVE ‘Historias del otro lado’. Ha dirigido cuatro cortometrajes, ha publicado dos novelas y ha sido copy en varias agencias. En 2015 obtuvo el Premio Goya al Mejor Guion Adaptado por ‘Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo’, dirigida por Javier Fesser, con el que escribió ‘Los días de colores’, novela basada en la película ‘Camino’, y también el guion de ‘Historias lamentables’, nominado a Mejor Guion en los Premios Feroz y Mejor Guion Original en los Goya. Además del Goya ha ganado, entre otros premios, la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos y el Premio del Gremio de Editores a la mejor adaptación audiovisual de una obra literaria. Recientemente ha terminado un nuevo guion cinematográfico, prepara una serie y está finalizando un libro de cuentos.

– ¿Cómo es trabajar desde el lado del guion con un director con el potencial visual de Javier Fesser. En su caso actúa como dique de contención o todo lo contrario?
– Somos amigos desde hace treinta años. La clave de la relación que mantenemos es que ambos nos abrimos puertas mutuamente utilizando imágenes y palabras. Y disfrutamos mucho. Una imagen vale más que mil palabras, pero sabemos también que una palabra contiene más de mil imágenes. El guion exige una disciplina, un código, una estructura. Es dentro de esa estructura donde hay que crear porque es por ahí por donde avanza la historia. Escribiendo nos alumbramos el uno al otro, nos complementamos. Lo pasamos muy bien cuando coincidimos y lo pasamos casi mejor cuando discutimos porque no estamos de acuerdo en algo. Ahí nos reímos más. Mi obligación como guionista es apoyar la potencia visual de Fesser, posiblemente la más potente del cine español, pero defendiendo la historia y su estructura. No existe una norma. Acertamos juntos, nos equivocamos juntos, nos bloqueamos juntos… No olvido que estoy trabajando con uno de los grandes. Los mejores días son los que no hacemos nada y entonces nos contamos historias que no tienen nada que ver con la que estamos escribiendo.

– De los aspectos que más sorprenden de ‘Historias lamentables’ es la identificación existente entre los personajes y los actores y actrices que los interpretan, algo que se da sobre todo en los episodios de ‘El hombre de la playa’ y ‘El cumpleaños de Ayoub’ con relación al personaje femenino. ¿Esto es un mérito del guion o del trabajo de casting?
– Tenemos en España actores y actrices maravillosas. El casting es uno de los aciertos de la película. El guion es la vida, el cómo, el dónde. Lo es todo, pero el actor, o la actriz, es el alma. He visto actores llorar de emoción cuando les das un personaje bien escrito, y he visto a guionistas y a directores abrazarse a un actor que ha mejorado su texto dándole una vida que ni siquiera ellos esperaban, lanzando el texto más allá. Pero a los actores tienes que darles algo en lo que apoyarse: personajes bien escritos, definidos en todas sus categorías; personajes coherentes repletos de contenido, ritmo, matices, vida, coherencia, espacios en blanco… En ‘Historias lamentables’ todos y todas encajan. Son ellos mismos siendo otros. Son maravillosos. Te convencen. Qué gusto da oír tus frases en boca de ellos y de ellas. Javier tenía claro que quería contar con actores y actrices no tan conocidos, que también son estupendos. El resultado ha sido una maravilla. Un casting perfecto.

– ¿Resulta muy diferente escribir diálogos para personajes de animación, como en el caso de ‘Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo’, que hacerlo para personajes de carne y hueso, aunque éstos parezcan salidos de un cómic, como en ‘Historias lamentables’? – Siempre es difícil escribir diálogos, sea para ‘Mortadelo’ o para personajes de carne y hueso. Yo tenía ya experiencia escribiendo para muñecos, que exige una peculiar técnica, pero con ‘Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo’ me sucedió una cosa curiosa: después de un par de meses trabajando en la historia me olvidé de que eran dibujos y empecé a tratarlos como personas. Incluso me llevaba mejor con uno que con el otro… También empiezas a aceptar que el loco mundo de Ibáñez es el lógico y que lo normal es meter elefantes en submarinos o cosas así. Nos emocionamos tanto con la peli, nos daba tanta pena decirles adiós a Filemón, a Mortadelo, a Tronchamulas, a Bacterio, al Súper… que seguimos escribiendo hasta llegar a las tres horas de película, que luego, lógicamente, hubo que dejar en la mitad. – Tratándose de una película de episodios con historias independientes aunque interrelacionadas, ¿la ubicación de cada una de ellas dentro del conjunto de la trama resulta determinante para su buen funcionamiento y cuáles son los criterios que se han seguido en el caso de ‘Historias lamentables’?– Gran pregunta que generó grandes, diferentes y controvertidas propuestas. Colocar las historias de una forma o de otra implica que podrías comerte el postre antes que el primer plato, cosa que al parecer no debe hacerse, pero en Maragatería ya sabes cómo va lo del cocido. Hablamos mucho sobre el orden de las historias hasta que de forma natural ellas solas pidieron y encontraron su sitio. Las historias siempre son más listas que nosotros. Deben serlo. – Aunque es una comedia muy española en muchos aspectos, especialmente en la historia del inmigrante sin papeles, he percibido ciertos guiños a la cultura norteamericana muy presentes en el resto de episodios, como el nombre de ‘Rayo’ que remite a ‘Cars’ de Disney, la estructura road movie de ‘El hombre de la playa’ o esa empresa que parece sacada de ‘The game’ en el episodio que cierra la película. ¿Estoy en lo cierto?– Wenders dijo una vez que los americanos colonizaron nuestro subconsciente. Es verdad. Me gusta la música y el cine y la literatura norteamericana. Soy producto de John Ford pasado por Berlanga, y de Gregory Peck y John Wayne junto a Pepe Isbert y Landa o Tony Leblanc. Ese eclecticismo es bueno. Sucedió en los cines de Astorga, cuando yo era pequeño. Con los años he descubierto que la fascinación que nos produjo el cine americano la sufrieron ellos también descubriendo películas como ‘El verdugo’, ‘Plácido’, ‘El cochecito’… Las consideran obras maestras. Lo son. – Saliéndonos por un momento de ‘Historias lamentables’, ¿cómo fue que Javier Fesser no contó con usted para el guion de ‘Camino’ y sí para la novela ‘Los días de colores’ que toma como base ese guion?– ‘Camino’ es una historia muy suya, una historia que tenía muy clara y que nacía de lo más profundo de su ser. Una historia que posiblemente exigiese escribirla en soledad, no lo sé. Nunca me lo he planteado. Lo que sé es que la película es perfecta sin mí. Recuerdo que Javier me llamó una noche para ver la primera copia y me quedé impresionado. ‘Camino’ es un peliculón. Me pareció de ciencia ficción. Estuvimos hablando hasta muy tarde de la película, dándole vueltas, alumbrando ángulos muertos. Le conté lo que había sentido viendo la película. Estuvimos de acuerdo hasta en lo más pequeño. Luego, cuando Planeta llamó para pedir la novela, nos sentamos juntos para hacer el viaje inverso del cine a la literatura. Un viaje en el que de forma natural resultaba sensato ir juntos. Fue buena idea porque resultó muy duro. Lo más curioso de todo es que escribíamos el drama de Camino por la mañana, y por la tarde ‘Mortadelo y Filemón’. – Astorga aparece –aunque solo sea en un diálogo– en el episodio que más me gusta de ‘Historias lamentables’, su ciudad de origen que creo recordar también es mencionada por Garci en ‘El crack’, un director con el que por cierto trabajó en ‘Historias del otro lado’. ¿Cómo es su vínculo con Astorga y qué recuerdos tiene del homenaje que el festival de cine que se celebra en la misma les brindó hace años a Fesser y a usted?
– Mi vínculo con la ciudad es eterno. Todo lo que hago procede en cierta forma de mi infancia en Astorga. Allí vi mis primeras películas y escribí mis primeras historias. Allí soñé con hacer cine algún día. Al recoger el Goya por el guion de ‘Mortadelo’ no pude evitar mencionarla. Era lo justo. He llevado a todos mis amigos. Todos quedan asombrados. Javier Fesser ya había ido conmigo antes del homenaje que nos dieron. Es una ciudad mágica, única, contradictoria. Vuelvo siempre que puedo. Necesito sentarme en el Jardín al caer la tarde, ver los vencejos y las golondrinas en la muralla, oír las campanas, volver a caminar por mi barrio de San Andrés. Sigo viendo los cines que ya no existen. Los lugares han cambiado. Yo no. Creo que Astorga, León entera, debe empezar a creer de una vez por todas en sí misma, en sus infinitas posibilidades.

– Ha sido nominado por segunda vez a los Premios Goya, esta vez en la categoría de guion original, y también a los Premios Feroz. ¿Ambos le resultan igual de atractivos o el premio de la industria le parece más relevante que el que concede la crítica?
– El cine es arte e industria. Que los compañeros de la Academia reconozcan nuestro trabajo me emociona, pero me gusta mucho también que la crítica haya disfrutado con la película. Los Feroz son premios que tienen un puntito que me encanta. El Goya es el premio más importante del cine español. Que te nominen dos veces es increíble. Estamos muy contentos. Me decía un académico que cómo es posible, que qué pasa en Astorga. Tendré que llevarlo para que dé una vuelta por allí.

– ¿Le gustaría formar con Javier Fesser un tándem tan relevante para la comedia como el que en su día formaron Billy Wilder e I. A. L. Diamond?
– Me conformo con seguir escribiendo y pasándolo bien. Seguimos juntos en un nuevo proyecto, una historia maravillosa, excepcionalmente ambiciosa. Sorprendente. Wilder y Diamond son los más grandes de los grandes, pero no eran de León. Nadie es perfecto.
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