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Civilización suicida

09/04/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Cada Civilización tiene, y ha tenido, sus momentos de inicio, desarrollo y decadencia y cada uno de estos momentos definen a los seres humanos que les han representado por sus actos y las consecuencias derivadas de la actividad que han desarrollado durante el tiempo que han durado hasta su extinción.

En la actualidad, la civilización más mediática de la Historia vive los acontecimientos al segundo y recibe un bombardeo informativo insólito e interesado, plagado de noticias falsas, inundado de un fárrago de palabras anglosajonas, ante la estulticia de la mayoría y que acepta la vulneración de los principios y de los valores sobre los que se asienta la educación del ser humano.

Contemplamos varios problemas que tiene la Humanidad y que la solución debería ser valorada y resuelta de forma rápida y efectiva mas, sin embargo, asistimos a reuniones y foros donde, a pesar de la importancia de personajes con poder, no se soluciona nada debido a los intereses económicos que hay en juego.

Durante estos días los informes sobre el cambio climático se entrecruzan con la deriva que sufre el problema de la contaminación de los mares, las reservas energéticas, la falta de programas para desarrollar a las naciones emergentes y la preocupación desarrollista sin una coordinación de todas las naciones del mundo y que siempre se resuelve con la convocatoria de nuevas reuniones.

Las aguas de los mares están contaminadas por el ingente número de plásticos que llega de todos los continentes sin que se tome un acuerdo para que disminuya la «era del plástico» y porque la maquinaria productiva no se racionaliza.

Cada vez la fauna marina está más afectada debido a la cantidad de envases y productos plásticos que llegan a los mares.

El ranking de los que contaminan se centra entre Asia y África, cuyos ríos son los que más envases aportan a los basureros oceánicos y además las cámaras televisivas de los servicios oficiales graban situaciones que avergüenzan a cualquier ciudadano responsable.

La situación de los mares y de la fauna marina ya no resiste más tiempo y extraña la lentitud o la inacción con que se contempla este grave problema por parte de aquellos que contribuyen al desbarajuste mundial.

Además, comprobamos a diario el machaque publicitario de ONGs que han visto en el anuncio del óbolo mensual el motivo de su subsistencia cuando lo que es realmente eficaz no lo hacen y no consideran que la clave se encuentra en el convencimiento de que hay que cambiar los modos de fabricación y consumo y la organización de los medios al alcance de las naciones con el fin de lograr un equilibrio de desarrollo racional y un uso de la naturaleza más adecuado.

Son varias las potencias que gastan ingentes cantidades de dinero y recursos para enviar naves alrededor de varios planetas e incluso de nuestra fuente de calor y luz y, en cambio se ignora mucho del interior de nuestro planeta y de las profundidades de las grandes masas de agua que constituyen el medio de vida esencial del ser humano y su futuro, mientras se da rienda suelta al consumismo exasperado que responde a las grandes ganancias de millonarios sin escrúpulos y multinacionales sin conciencia.

Lo que raya en la demencia del despropósito es la iniciativa rusa, seguida por otras naciones, de utilizar el basurero espacial que orbita nuestro planeta para realizar anuncios luminosos espaciales con el objeto de publicitar marcas de consumo globales conociendo que este basurero espacial puede originar precisamente una gran catástrofe a nivel planetario. Una muestra más del descerebramiento humano de esta generación que juega a la ruleta rusa de su futuro.

Los foros, congresos y debates hasta la fecha han aportado escasos resultados para cambiar el sentido de la responsabilidad de los que pueden cambiar los objetivos y las formas de comportamiento.

Las manifestaciones de todo tipo escasos resultado han obtenido porque la solución la tienen las grandes potencias que dominan el mundo y da la impresión que les interesa más el beneficio astronómico antes que el bienestar general.

Si nos fijamos en la superficie terrestre que habita el ser humano, la tala de árboles, los incendios, la urbanización sin control la desviación de torrentes y el uso de la naturaleza para el ocio de los urbanitas es algo que asombra y que nos conduce al precipicio.

Por otra parte el cuidado de grandes extensiones de parques naturales en cada nación, especialmente en España, que es lo que nos preocupa, constituye algo deprimente cuando no se cuenta con la colaboración de los lugareños en la tarea de conservación del medio rural, de los montes, ríos y fauna.

Así que mucho nos tememos que el suicidio al que nos encaminamos no tenga solución. Da la impresión que la locomotora de la vida lleva tal ritmo endiablado que ha tomado el camino de la estación del fin del mundo y , probablemente, la extinción definitiva de un comportamiento cívico alocado e irracional.
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