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Ciudadanos abrumados

06/02/2018
 Actualizado a 07/09/2019
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El ciudadano normal se encuentra acorralado y acuciado por la voracidad con que las diversas administraciones plantean su afán desmedido de recaudación y desidia en los asuntos de solucionar sus problemas.

Aturdido e indefenso, cumple con sus obligaciones, que son variadas y múltiples, y cuando se da cuenta y hace el cómputo de sus días de trabajo, obtiene un balance verdaderamente desolador porque sencillamente ha trabajado la mayor parte de su tiempo para el papá Estado, casi la mitad del año laboral, aunque no sería desacertado afirmar que sus esfuerzos son beneficiosos para el gobierno de turno y sus vocingleros propagandistas, además de constatar la colaboración connivente de una oposición descafeinada y sin alma que deja hacer porque así supone que tendrá más fácil el acceso a los sillones del poder.

Centraremos este comentario especialmente en las instituciones municipales porque son las que tienen una relación inmediata y de vida cotidiana con la mayoría de esas personas que, ingenuamente y de buena fe, acuden a depositar sus votos, que son traicionados, una y otra vez, de forma descarada, por aquellos que consideran al ciudadano de a pie como fuente de ingresos y soporta los desvaríos y grandezas de unos políticos que han perdido el norte.

La famosa crisis está hundiendo en la miseria a la ciudadanía normal y corriente. Este momento se anotará en el debe de los políticos europeos y en particular de los españoles como una época de grandes mentiras con el objeto de arropar un fracaso económico y una administración pública llena de corrupción y despropósitos y que serán de unas consecuencias futuras gravísimas.

La repercusión que tendrá en las futuras generaciones será de proporciones inéditas porque a ello se une una ausencia de ética y un descalabro en la estética sin precedentes puesto que estamos en un mundo globalizado.

¿Será cierto lo que afirman algunos sobre la maquiavélica actitud que tiene su origen en el sector de la sociedad que maneja los dineros, cuyo fin es el de ahogar a la clase media y hacerla desaparecer y así quedar sólo los pertenecientes al ‘club’ para manejar los destinos a placer?

Con toda probabilidad que los gurús dirán que eso pertenece a las teorías conspirativas.

Naturalmente este maquiavélico juego con el fin de ocultar el fracaso de las elites en la consecución del bienestar social general , silenciaría las indudables responsabilidades en que las clases dirigentes han incurrido y de los escándalos que estamos conociendo sólo surgirían la punta del iceberg.

Los programas de los partidos políticos mencionan todos los puntos más importantes con el fin de reformar la sociedad, el sistema político, la forma de participación y conseguir acabar con la lacra de la corrupción…válido para la época de elecciones después manejan la palabrería y la demagogia.

Todos se olvidan de que una ciudadanía sin educación y sin que vea atendida sus necesidades básicas acaba en la manipulación, el engaño y la algarada.

Los partidos , una vez que han pasado las elecciones, se olvidan de aplicar sus programas y vuelven a las andadas y los problemas estallan por doquier acudiendo a las soluciones y las promesas fáciles y momentáneas.

El ciudadano pierde la esperanza, no confía y se va retirando de la urna porque considera que se ha llegado al límite de la paciencia y ya no cree en tanta promesa fallida.

El sistema democrático está en sus horas más bajas y lo que es peor, no tiene síntomas positivos de mejorar.

Son momentos difíciles porque tanta apatía y desconsideración incide en la credibilidad del sistema aunque la democracia dispone de aquellos dispositivos para que se realice la oportuna corrección.

Ciertamente que en nuestro días, en este momento social que vivimos hay una serie de distractores que están llevando al ser humano a su descrédito.

Disponemos de casi todo pero cada vez más se echa de menos el diálogo, el debate, la serena aportación de las personas estudiosas, el ejercicio de los derechos humanos y de los valores, así como el olvido de la ética, el arrinconamiento de la estética y el respeto a las ideas del contrario.

Esperemos que esta deriva que se está apoderando de nuestra sociedad se reconduzca y termine en buen puerto.
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