28/01/2022
 Actualizado a 28/01/2022
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Seguimos en periodo electoral y si en anteriores columnas les he hablado de los debates y las encuestas, hoy toca hablar nuevamente del ámbito demoscópico, pero que por su relevancia (o más bien su irrelevancia) bien merece un capítulo especial. El CIS.

Cabe recordar que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) es un organismo público que pagamos todos los españolitos con nuestros impuestos. El CIS cuenta con unos 80 empleados y un presupuesto de 11 millones de euros, tras el último incremento experimentado en los Presupuestos Generales del Estado de casi el 22 %. Nada menos que 3 millones de euros más que la Casa Real, para aquellos que se rasgan las vestiduras con lo que nos ‘cuesta’ la monarquía.

En las próximas elecciones a las que estamos convocados los castellanos y los leoneses con derecho a voto, no podía faltar la aparición del CIS de Tezanos, desmarcándose, de una manera cuando menos sorprendente, de los resultados del resto de empresas demoscópicas, arrojando un empate técnico entre el Partido Popular y el Partido Socialista.

Más allá del resultado llama la atención, entre otras muchas cosas, las horquillas y los márgenes de error que arroja la encuesta a la hora de otorgar los escaños. Entre 25 y 34 escaños para el PSOE, entre 27 y 32 para el PP, entre 4 y 8 para VOX, entre 3 y 5 para Unidas Podemos o entre 2 y 5 para Ciudadanos. Márgenes de más del doble en algún caso y del 34 % entre un escenario u otro para el posible resultado del Partido Socialista.

A los que nos ha tocado estudiar estadística (a mí me tocó estudiarla contra mi voluntad varias veces) sabemos que cuanto mayor es la muestra, menor es el margen de error y en este caso, con casi 7.200 entrevistas, ese margen de error es una burla y un insulto a empresas demoscópicas privadas que hacen sus previsiones con recursos más modestos y llegando solo al millar de entrevistas. Estas horquillas solo se entienden si lo que se busca es eludir cualquier responsabilidad penal ante la posible disparidad con la realidad.

El último ejemplo del desatino del CIS lo tuvimos en las elecciones autonómicas de Madrid, cuando Tezanos y su gente anunciaron que Ayuso sacaría entre 54 y 56 escaños y la realidad de las urnas finalmente otorgó al Partido Popular 65 escaños. Imaginen que una empresa privada de demoscopia se tuviese que ganar la vida con estos fallos, ya hace tiempo que habría quebrado.

Para más inri, el CIS ha quedado también en evidencia cuando ayer Pablo Iglesias, unas horas antes de hacerse público el resultado de la encuesta en Castilla y León, presumía e hizo público el resultado del estudio. Un gravísimo hecho en un organismo oficial que, manejando datos personales delicadísimos como a quién vota una persona, se le debería presuponer una seriedad, rigurosidad y confidencialidad, absoluta. Todo un despropósito.
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