Circo Maxi: "Fue durísimo, ni una actuación, ni un euro"

Un joven matrimonio y sus tres hijos –de 12, 8 y 2 años– son ‘el circo’, con el que recorren estos días la provincia

Fulgencio Fernández
10/07/2022
 Actualizado a 10/07/2022
El pequeño Ricardo vestido de payaso, Allan con Lolita y la niña Soraya  en brazos y Roberto, de 12 años. | L.N.C.
El pequeño Ricardo vestido de payaso, Allan con Lolita y la niña Soraya en brazos y Roberto, de 12 años. | L.N.C.
Siempre se habla de «la gran familia del circo» pero en el caso del Circo Maxi se podría cambiar por «la pequeña familia del circo».La gran familia se refiere a la variedad de espectáculos y gentes que van de ciudad en ciudad, detrás del Maxi hay tan solo una familia pero mucha historia. «El bisabuelo de Roberto, Ricardo y Soraya fue artista de circo, como su abuelo y como sus padres, Lolita y yo», explica Allan, bajo la atenta miradade un chaval de tan solo 12 años, Roberto, que además de un gran artista —que casi es el centro del espectáculo que van ofrecer— está atento a todos los detalles. Poco tiempo después, mientras el resto de la familia hace sus números, él ya empieza a cargar en la camioneta carteles, pancartas, vallas... pues ya es el segundo día que están en Matallana y hay que desmontarpara actuar al día siguiente en otros pueblos de la gira: Ciñera, Villamanín, Pola de Gordón... y así buena parte de la provincia. «Lo hacemos todo nosotros, claro», explica Allan, que no ha conocido otra vida que no sea el circo y se le enciende una luz especial en los ojos al ver cómo empieza a llegar gente, niños con padres y madres, abuelos que disfrutan tanto como los chavales.

- Es un alivio ver que viene gente; y no nos podemos quejar que ha estado bastante bien en los pueblos que hemos recorrido porque venimos de una época terrible, la peor que hemos vivido. Han sido dos años de pandemia muy duros, tanto que no hemos podido hacer nada, ni en Francia ni aquí, ni una actuación, ni un euro.

Estamos dos días en cada pueblo; lo hacemos todo nosotros, actuamos, montamos la carpa Mientras lo cuenta aparecen Ricardo y Soraya de la mano. El chaval, de tan solo ocho años, ya está vestido de payaso para el espectáculo que se acerca y la niña es de esas que cuando va pasando el tiempo y se convierten en grandes artistas —que lo será— puede decir eso de que «la primera vez que salí a un escenario tenía tan solo dos años», que son los que tiene esta niña adorable que nació en mitad de los convulsos tiempos de la Covid.

- Ha crecido la familia pues tambiéndeben crecer los números; dice Allan sonriendo y recordando que, además de por la llegada de Soraya a la troupehan tenido que reinventarse para acomodarse a la ley y a los tiempos. «En nuestra última gira, hace cuatro años, traíamos algunos animales, unos ponis, una cabra y una serpiente, que ahora están prohibidos. Nos parece bien, nos ajustamos a las leyes pero que quede claro que nadie cuidaba a esos animales como lo hacíamos nosotros», explican.

- He visto palomas.

- Sí, ésas si se puede, para los números de magia ya que la magia sin que aparezcan palomas o salgan conejos de la chistera no parece magia.

- ¿Y cómo os habéis reinventado con la ausencia de animales?

- Hemos acudido al mundo Disney, a la Patrulla Canina y estos personajes de ficción que a los más pequeños les entusiasman. El momento de hacerse fotografías con los personajes es realmente mágico, se acercan a nosotros con una especie de veneración, como si fuéramos los reyes magos; explica Allan mientras el resto de la familia sigue a su trabajo: Uno vende entradas, otro las recoge, la madre Lolita atiende a la niña y a las tareas de la caravana...

Comienza el espectáculo. «Bienvenidos al Circo Maxi...».

Nos tratan muy bien en esta tierra, gusta el circo aquí Hay una buena entrada. Prácticamente llenas las 70 u 80 plazas de las gradas montadas en el interior de la carpa. Muchos niños, padres y abuelos, para todos hay números y es evidente la profesionalidad y dignidad de los números de esta familia de circo de toda la vida, de origen francés, que van de pueblo en pueblo y han hecho de la provincia de León uno de sus destinos más habituales y preferidos. «Nos tratan muy bien en esta tierra, gusta el circo aquí», dice Lolita que en cada visita maneja mejor el idioma.

Roberto, con 12 años y un tirillas en apariencia, se muestra como un consumado equilibrista, trapecista...los niños enmudecen y no mueven un músculo ante las acrobacias de Roberto pero todo cambia cuando aparece un payaso muy singular, simpático, de gran desparpajo, que grita con una escoba en la mano: «¿Hola, qué tal?»; la algarabía sucede a la tensión y aumenta cuando aparece la pequeña Soraya de la mano de su madre.

Se van sucediendo números, disfruta el público, compran algunas espadas-laser los niños, Roberto vigila desde detrás de la cortina y cuando voy a marchar ha convencido a un grupo de chavales de Matallana que le están ayudando a cargar la camioneta de los sueños del circo. Suerte. Hoy en otro pueblo, otros dos días.
Archivado en
Lo más leído