Cincuenta años del ‘desembarco’ de la Cepeda

Las bodas de oro de Loles y Tere recuerdan los 50 años de un curioso y desconocido fenómeno de ‘emigración’ interior, cuando un buen número de cepedanos llegaron a la Montaña Central y son hoy un numeroso grupo

Fulgencio Fernández
17/12/2018
 Actualizado a 17/09/2019
El día de la boda de Aurelio y Aurora. | L.N.C.
El día de la boda de Aurelio y Aurora. | L.N.C.
Este domingo se celebraban en el Ezequiel de Villamanín unas bodas de oro con mucho más significado que cincuenta años de matrimonio de quienes lo celebraban: Aurelio Pérez y Teresa Coca. El de Loles y Tere fue el primer matrimonio «mixto» de un curioso y desconocido fenómeno de emigración interior que se dio entre dos comarcas de la provincia hace 50 años aproximadamente, cuando un buen número defamilias de La Cepeda —fundamentalmente de San Feliz de las Lavanderas y Riofrío— se instalaron en la montaña central, del Torío sobre todo, para trabajar en la ganadería, con un curioso ‘sistema’ de convenio, en ganaderías de familias montañesas con problemas de mano de obra (viudas, familias sólo de mujeres...) y unos vecinos de La Cepeda «trabajadores a carta cabal». Aquello funcionó y muchos de ellos se quedaron para siempre, siendo todavía hoy algunos de los ganaderos más significativos de la comarca.

El primero que llegó, el que abrió camino, fue el recordado Aurelio Pérez, de San Feliz y conocido por todos como El Cepedano, trabajador, mañoso en la carpintería, buen jugador de tute, buena persona... El hijo mayor de Aurelio y Aurora, Loles, había nacido en la Cepeda y llegó siendo un niño. Heredó casi todas las caracetrísticas de su padre, menos la de la carpintería y del tute hay debate. Sus bodas de oro con Tere la de Tura cierran este ciclo de buena sintonía entre las dos comarcas y sus gentes. El resto de hermanos de Loles siguen por la comarca, sobre todo en Villamanín, donde viven Aurora, Maribel o Raúl; y en Villanueva se casó Arselí, antes de ir a Asturias, todo un personaje.

Loles era el hijo mayor de aquel primer cepedano que desembarcó en la montaña, AurelioEsta semana se cumplían 50 años de la boda, un enlace que se pudo complicar en aquel diciembre de 1968 pues cayó una nevada que ponía en peligro poder salir hacia León, donde se celebró la ceremonía. La solución estaba, como tantas otras veces y para otros asuntos sociales, en la furgoneta de Jaimito (Fernando Salcedo, «el hombre que da de comer a los mastines», que protagonizó un reportaje de hace un par de semanas por ello). Y para recordarlo en la celebración de ayer estaba allí Jaimito, pese a no ser de la familia, pues sin él tal vez nada hubiera sido posible. Y también para hacer las paces de las largas batallas al tute que sigue manteniendo cada día con Loles, manteniendo abiertas discrepancias sobre si Loles heredó el buen hacer en el tapete de su padre Aurelio.

También Tere es una mujer conocida en la comarca. La hija de Tura —qué buena mujer Tura—fue el alma del recordado bar de Reyero en Cármenes, hasta su cierre.

Tere fue durante muchos años el alma del Bar de Reyero, que a Loles lo de la barra no le tirabaY otro clásico de la comarca, el Ezequiel de Villamanín, acogió ayer las bodas de oro. No le entraría en la cabeza a Loles hacerlo en otro lugar pues este local de Villamanín se ha convertido ensu segunda casa desde hace bastantes años. Allí tiene la tertulia, allí juega la partida, allí acude cada mañana al primer café y allí es uno más de la casa...

Por eso ayer sólo le faltaba una cosa cuando miraba alrededor y veía a todos los suyos celebrando los 50 años del desembarco. Le faltaba Amador con su bata azul y su andar pausado, pero eso ya es imposible.
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