Cicatrices de periódico

21/02/2023
 Actualizado a 21/02/2023
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Las hojas de un periódico a veces son como lascuchillas de afeitar, que tienes que tocar sin despistes, a sabiendas de que tiene dos posibilidades, la de acometer una revolución de belleza sobre la pelambre facial o la de hacer un destrozo por la dermis que te haga recordar su filo desde una perenne cicatriz. Y son esos borbotones de herida, a veces mal curada, los que se quedan para hacer a uno ser lo que es. Hay noticias que rompen el chubasquero con el que las leemos de cotidiano y empapan hasta la médula: Una mujer de 44 años atropellada y tristemente fallecida en 2004. Una muerta sin nombre que colocar a sus pies en un nicho. Una madre, una mendiga, una reina, una vendimiadora, una abogada, de seguro una hija, una vecina…Convertida en un cadáver anónimo. Veinte años después, casi, y supongo que doce mil pruebas con nombres en latín y en anglosajón o esperanto, para desvelar el misterio de lo que fue, consiguen cuadrar una identidad. Era una mujer portuguesa, que la vida puso en Carracedelo un 13 de enero para cederla a la de la guadaña como peón de ajedrez. Dos décadas sin saber quién era la persona a la que se dio sepultura detrás de un mármol seco en el campo santo de Ponferrada. Y el escalofrío sigue en los siguientes párrafos. Su hijo conoce la noticia en O Porto, tal vez un veinteañero al que un día le dejaron a medio latir cuando mamá no llamó más. Sobrecoge pensar en esa historia que se quedó por el medio, perdida en el limbo de un anonimato miserere obligado. Menos mal que el periódico se reconstruye como quien se pone de pie antes de que los demás vean que se ha caído, esquivando la vergüenza que se recluye en la fragilidad. Y la siguiente página te da la de arena: Dos policías salvan la vida de un hombre atragantado en un restaurante. Aún hay esperanza para la faz buena de las cosas, pero es la suma de las dos, la enlutada y la cándida, y la capacidad de juntar letras para hacer que tenga sentido mover un palpitar, lo que hace que esas hojas enfundadas en tinta justifiquen ese seguir contando los pasos de la vida. Hoy encajaremos la bala. Mañanaseguiremos construyendo el derredor.




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