29/11/2017
 Actualizado a 16/09/2019
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Tarde de domingo, sol y frío, senderos ya amarillos, antojo de chocolate con churros. De camino a casa, paramos en una churrería de toda la vida, pero ya cambiada, con una nueva vida. El mismo chocolate y los mismos churros, pero distinta forma de negocio, más comprensible para los ocasionales visitantes extranjeros, con estética y con cola ante un mostrador, que en nada se diferencia de las franquicias que venden hamburguesas por millares. Se trata de un movimiento más de esta partida que se juega a escala planetaria contra la idiosincrasia y las pequeñas diferencias y cuya victoria cifran los mercados en una especie humana uniformada, apta para un consumo embrutecido e igualitario.

También las mismas tradiciones se implantan ahora para todos, desterrando al olvido aquellas otras sentidas como propias. Sorprendentemente, nadie se violenta ni siente la sustitución como la pérdida de ricos matices, propiciadores de identidades complejas. Todos iguales ante el viernes negro, aquí llamado sin saber por qué: black friday.

El día de mayor consumo del año. Locos por comprar. Así lo han establecido. Nos tientan con descuentos, con anuncios y resulta tan fácil y gratificante dejarse llevar por la corriente, que es casi tan reconfortante como un chocolate bien caliente. Pero cuidado, no es tan inofensivo como nos parece y puede despertar al monstruo codicioso que llevamos dentro. Comprar sin sentido, desordenadamente puede inocularnos el virus de un afán desmedido por poseer enseres y riquezas: la codicia.

Al inicio de la Divina Comedia, se encuentra Dante perdido en una selva oscura y se siente vencido por el espanto al salirle al camino una pantera, un león y una loba: «una loba, seca, fiera, flaca, voraz, ansiosa y miserable». La loba simboliza la codicia porque es una bestia, es seca y flaca porque nada la sacia, es ansiosa y voraz porque todo lo quiere y miserable porque nunca le parece suficiente y la suma de riquezas le empobrece.

Estemos alerta con estos días negros que parecen festivos, porque en ellos siempre está al acecho el animal feroz. Y tengamos siempre presente, que el antídoto contra este mortal veneno de la codicia es la generosidad.

Y la semana que viene, hablaremos de León.
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