fulgencio-web-1.jpg

Chon la de Almuzara

06/02/2022
 Actualizado a 06/02/2022
Guardar
Si hubieras conocido a Ascensión Valparís, para entendernos Chon la de Almuzara y antes Chon la de Ventura, entonces comprenderías perfectamente porque existen esas mujeres —y hombres— que se aferran a su tierra, a su casa, a su pueblo, a sus gentes, a su forma de vida.

Y es que Chon, que bien se ganó antes el derecho a una vejez tranquila, era de las gentes que disfrutaba sin disimulo de esas cosas de las que nada saben quienes cada día teorizan y pontifican, sientan cátedra, de las expresiones que han puesto de moda, que hablan de españas vaciadas o vacías, rurales o no sé qué.

Chon disfrutaba del sol en esa galería orientada hacia paraísos para la vista, las cercanas pequeñas hoces que llaman allí ‘del pantano’ (no hace falta explicar qué proyecto había para el lugar) o las un poco más distantes grandes hoces de Vegacervera.

Pero no disfrutaba solo por el sol, por la orientación o por las vistas... disfrutaba porque era la de su casa, la casa que con sus propias manos hicieron Ventura y ella, que es tanto como decir que vivía con los recuerdos.

Chon disfrutaba como nadie del placer de pasear, por esa carretera de Almuzara, viendo Pico Gallo o la Cueva de las Calderetas. Despacio. Nunca le faltaba conversación para quien se detenía a saludar. Nunca se olvidaba de preguntar por todos los tuyos, desear de verdad que les fuera bien y saber mantener una de esas conversaciones agradables, positivas, llenas de historias con nombre y personajes que bien merecían un recuerdo. Y ella se lo brindaba.

Otras veces, hasta tener más de 90 años, estaba plantando o cuidando el huerto y las gallinas, para que esos hijos que un día se tuvieron que ir —como tantos—y ahora han vuelto disfruten de unos huevos de verdad, de unos tomates que saben a tomate.

Tenía cara de buena y gesto de dulzura. Sólo se le dibujaba la amargura al recordar lo joven que se quedó viuda Aurita o la vida sin Ventura.

Y seguía su paseo. Gente como Chon explica qué son las raíces.

Pero ha dado su último paseo. La galería parece menos soleada, la carretera más desierta, la vida menos amable.
Lo más leído