08/06/2023
 Actualizado a 08/06/2023
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La bebida espiritosa más antigua de la que se tiene noticia es la cerveza. Parece que la ‘inventaron’ en Sumeria, por otra parte el sitio donde se inventó casi todo; para daros idea de que esta afirmación es cierta, leed ‘La historia empieza en Sumer’, de Samuel Kramer y lo entenderéis. Es muy fácil de producir, porque sus ingredientes son básicos, los mismos que se utilizan para hacer pan (cebada en vez de trigo, levadura natural y agua, más del ochenta por ciento). Posteriormente se utilizó el lúpulo para aromatizarla. El Sumeria y en Egipto era, junto con las cebollas, las verduras, el pan y los ajos, la base de la alimentación del pueblo llano. La primera cerveza se elaboró en Mesopotamia, hace 6000 años y se llamaba ‘sikaru’ o ‘henikom’ y, posteriormente, se extendió por Europa y por el Extremo Oriente. El ‘sake’ japonés no es más que una cerveza de arroz.

La actual cerveza, la que consumimos en los bares, sería impensable sin la utilización del lúpulo y, en España, casi el noventa por ciento de su producción es leonesa.

El lúpulo quitó mucha hambre en zonas de la provincia privilegiadas, pero muy escasas de terreno. La ribera del Órbigo y la de Porma, tenían en esta planta el origen de muchos de sus ingresos, y no eran pocos.

Hace tres semanas os conté un poco de las aventuras de Don Camilo y de Pepón, en la Emilia italiana, en el valle del Po. Esta región, a día de hoy, es la tercera de Italia en nivel de ingresos y es, sobre todo, una zona agrícola y ganadera. Son muy famosos sus quesos, sus jamones, sus aceites y sus vinagres, muchos más caros que sus competidores Ibéricos y, en la mayoría de los casos, de menor calidad. El queso ‘parmesano’ (uno de los más caros del mundo), poco tiene que hacer frente a los manchegos o los zamoranos-leoneses, pero ellos lo venden infinitamente mejor. Lo mismo que el aceite de oliva o el jamón... El caso es que en esa región hay dos mil quinientas cooperativas (la mayoría agrícolas y ganaderas). Dudo mucho, muchísimo, que existan tantas cooperativas en toda la península Ibérica. Y son cooperativas de producción y de comercialización, eliminando de un plumazo a los odiosos intermediarios, que son los que se quedan con la guita.

Es cierto que aquí somos más individualistas que el que inventó el individualismo, pero, la historia lo demuestra, es un error. Aquí al lado, en Asturias y en Zamora, tenemos dos que funcionan a las mil maravillas (Central Lechera Asturiana, fundada por un leonés, y Gaza), cuyos ganaderos asociados cobran más la leche que producen que los que se la entregan, por ejemplo, a Pascual.

Los cuatro labradores y ganaderos que quedan en la provincia, deberían estudiar el asunto concienzudamente y asociarse entre ellos para hacer valer el valor de sus productos. De esta manera, llegarían a la conclusión de que es un desatino dedicar sus campos al monocultivo del maíz y volver a sembrar los productos ancestrales de esta tierra: alubias, lentejas, garbanzos, lúpulo o cereales que, bien vendidos, son más productivos que el dichoso maíz; joder, ¡que esto no es Kansas!; por no hablar de las hierbas medicinales (manzanilla, melisa, menta o genciana), que tienen en esta tierra el lugar perfecto para su cultivo. Hace cuarenta años, la ribera del Porma olía a menta desde el Puente Villarente hasta Boñar; y olía de cojones. Se dejó de producir porque el ansia es muy puta y muy mala y no se debe sembrar una tierra con el mismo cultivo treinta años seguidos. Además, el Gobierno, tanto el central como el autonómico, no cesa en sus equivocaciones y en su famosa ‘Agenda 30’ y con el «¡que viene el lobo!» del cambio climático. Sí, existe: es de idiota negarlo, pero obligar a los cuatro gatos que quedan cultivando las tierras a gastar un Potosí para regar sus campos de una manera ‘racional’, no tiene sentido. Además, ¿qué mayor desatino que promover el regadío en la zona de los Oteros (treinta y cinco mil nuevas hectáreas)? La gente de los Oteros vivía, hasta ahora, de sembrar cereales y del cultivo de las viñas, esas que hacen posible el ‘Prieto Picudo’ (en esta región particularmente sabroso). Y la pregunta clave es ¿queda gente en los Oteros para cultivar esa burrada de nuevos regadíos que al final estarán sembrados de maíz? ¿No sería mucho más lógico que la Junta, ese desastre, incentivara el cultivo del lúpulo, por ejemplo? Uno cree que si, primero porque no necesita ni la mitad de agua que el maíz, y segundo porque su venta está ‘garantizada’. Y si se negocia con los herederos de la ‘Sociedad Española de Lúpulo’ desde una posición de fuerza, todos unidos, los labradores saldrían ganando.

Ahora que el vino es un artículo de lujo, la cerveza, como desde hace 6000 años, es una apuesta segura. No es lo mismo joder en una cerveza dos euros que cinco o seis en una copa de vino, por malo que sea. Además, estoy hasta la peineta de los ‘sabelotodo’, esos que a la segunda copa son capaces de decir que un vino de la traída es exquisito... Salud y anarquía.
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