Cerezales: la revolución cultural de una Fundación

Desde 2009 la vida de Cerezales del Condado y su entorno cambió gracias a la actividad cultural que desde entonces impulsa la Fundación Cerezales Antonino y Cinia. En abril de 2017 han inaugurado su nueva sede

Javier Revilla
14/08/2017
 Actualizado a 18/09/2019
Imagen exterior de la nueva sede de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, un edificio de 2.700 metros cuadrados dividido en cinco bloques. | JAVIER REVILLA
Imagen exterior de la nueva sede de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, un edificio de 2.700 metros cuadrados dividido en cinco bloques. | JAVIER REVILLA
Sin duda el valor más preciado del hombre es la cultura, transformada en motor dinámico y esencial del progreso humano». Escribió estas palabras Antonino Fernández Rodríguez en la presentación de la primera memoria de actividades de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia (FCAYC). Por aquel entonces, apenas se habían iniciado las obras de rehabilitación de las antiguas escuelas del pueblo de Cerezales, las cuales abrirían el 22 de julio de 2009 como primera sede de la Fundación.

Antonino, nacido en Cerezales del Condado en 1917, emigró a México en el año 1949 y allí triunfó en el ámbito empresarial, difundiendo una de las cervezas más afamadas del mundo: Coronita. Casado con Cinia González Díez, sobrina de Pablo Díez –creador del Grupo Modelo–, el matrimonio decidió crear la Fundación que lleva sus nombres para dinamizar el ámbito cultural de Cerezales y su entorno.

Y es que a Antonino Fernández (1917-2016) le podía, por un lado, la nostalgia de su niñez en la ribera del río Porma y, por otro, la ausencia casi total de actividades culturales en aquella dura posguerra que le tocó vivir siendo él policía municipal en León capital.
Las escuelas de Cerezales, abiertas en 1933 como centro para la educación y la formación cultural, cerradas en la década de 1960 por falta de niños, simbolizaban a la perfección la decadente evolución del mundo rural leonés y español. Recuperarlas como foco artístico y cultural fue dar un volantazo para invertir la situación, aunque sólo fuese a nivel local, pero demostrando que había alternativas.

En 2009 la primera exposición temporal de la FCAYC fue la del escultor Eduardo Arroyo. Le siguieron en las escuelas otras muestras temporales de impresionante categoría, con figuras del arte como Eduardo Chillida, Rubio Camín, Alonso Villarejo, Richard Serra, Luis Gordillo, Castorina, Jan Hendrix, Chema Madoz, Xavier Miserachs, Nelo Vinuesa, Luke Fowler, Carlos Irijalba o Álvaro Laiz, entre otros creadores.

El valor añadido de la Fundación es que supo adaptarse a la perfección a paisaje y a paisanaje Pero aunque la Fundación Cerezales apostó desde sus comienzos por la excelencia y el altísimo nivel de sus propuestas, no cayó como un ovni en esta zona rural donde confluyen los ríos Porma y Curueño. A la par viene desarrollando un intenso programa de actividades lúdicas y educativas que han implicado a la población local, tanto estable como estacional. Fruto de dicha política son o han sido programas tan interesantes como «Hacendera Abierta», distintos festivales musicales o «Territorio Archivo», un proyecto este último capaz de recuperar la memoria gráfica de la comarca.

Por lo tanto, insistimos que la FCAYC no llegó con intención diferenciadora o distante. Quizás por esto no construyó su nueva y gran sede desde el principio, sino que ha ido madurando el proyecto e implantándose en la zona lentamente, tratando de remendar los jirones en los que la cultura del territorio había quedado desarticulada.

Gracias a ello, la materialización del magnífico edificio que ahora centraliza las actividades de la Fundación, tras su inauguración el pasado mes de abril, ha encajado perfectamente en el paisaje y en el paisanaje. Se trata de un extraordinario espacio de 2.700 metros cuadrados en cinco volúmenes proyectado por los arquitectos Alejandro Zaera y Maider Llaguno, construido en madera y adaptado a las parcelas contiguas a las escuelas de Cerezales, mimetizado de tal forma que cuesta encontrarlo al llegar, pues se oculta entre las sebes.

De hecho, quizás lo que más sorprenda al visitante es que no nos reciben grandes carteles anunciadores, sino varios bueyes que pastan tranquilamente en los verdes prados que rodean las sedes de la Fundación. Tan a gusto están Quintín y Bonita, que así llaman a una de las parejas de bueyes de raza parda, que el pasado mes de julio han sido padres a la vista de todos, in situ o también vía Twitter.

Su andadura empezó el 2009 en las viejas escuelas del pueblo, rehabilitadas. En abril inauguraron sede En un entorno así y con esta filosofía, la nueva sede diseñada por Zaera & Llaguno no podría ser de otro modo que sostenible económica y energéticamente. Premiada por ello en Castilla y León, el edificio tiene un consumo de energía un 30% inferior a otros levantados con los actuales criterios del Código Técnico de la Edificación, habiendo obtenido la calificación energética A. Por si ello fuese poco, utiliza de tres fuentes de energía renovables: biomasa, geotermia y materiales de cambio de fase, rebajando así las emisiones de CO2.

La inauguración de la nueva sede se realizó el 9 de abril del 2017 con la exposición temporal de Hamish Fulton «Walking on and off the Path», recientemente clausurada. Desde el pasado 6 de agosto y hasta el 12 de noviembre próximo podemos disfrutar de una nueva exposición titulada ‘El silencio absoluto no existe’ del artista cubano Adrian Melis. Otros espacios polivalentes se irán llenando poco a poco de libros, de música…

A lo largo de todo el año conviene seguir atentos la interesante programación cultural que desarrolla la Fundación Cerezales Antonino y Cinia. Este verano, sin ir más lejos, hay un sinfín de actividades dentro del programa ‘Encerezados’: talleres, títeres, astronomía, conciertos, teatro, fotografía…

Pero sobre todo, a mi juicio, la gran importancia de la FCAYC es haber devuelto al mundo rural leonés la esperanza –hecha realidad– de que la cultura no sólo se reserva a lo urbano o a lo elitista. La Fundación Cerezales está significando la revalorización de una comarca e insuflando autoestima a sus habitantes, los que se quedaron en su día y los nuevos que quieren asentarse y disfrutar de este maravilloso ambiente, de su excelente calidad de vida.
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