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Celos y envidias políticas

19/12/2021
 Actualizado a 19/12/2021
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En la sede nacional del Partido Popular, en el moribundo cuartel general (por inminente traslado) de Génova 13, deben estar preocupadísimos –deséchese el ‘deben de estar’, que es distinto y crea dudas–, luego de que el Washington Post, el prestigioso rotativo norteamericano –al que también llaman la biblia de la política–, haya puesto en un pedestal, con luces de neón y focos espaciales, a Isabel Díaz Ayuso. En el más alto de todos. Y eso, les ha escocido y levantado ampollas –sarpullidos de no te menees–, tanto a Pablo Casado, el ‘amo’ de la organización padreada por Manuel Fraga, como al contestado secretario general, Teodoro García Egea, el lanza huesos de aceituna venido a menos, por sus erráticas formas de aplicar el ordeno y mando.

Total, que como no se espabilen uno y otro y demás sacristanes afectos a la cúpula dirigente, van a dejar el partido en Madrid como un estercolero. A estas alturas de la legislatura y con el viento a favor en los sondeos, es bochornoso que sigan gastando las fuerzas en destruir la imagen de Ayuso –que bien se la ha ganado en la calle y en las urnas–, pierdan votos por cientos y, de retruque y cegados por la insensatez, ‘colaboren’ con Sánchez para que este individuo no pierda pie en La Moncloa y continúe reafirmándose en el machito. Resulta vomitivo. Porque, en verdad, esto es lo que viene sintiéndose no solo en la capital de la nación, sino también en la mayoría de las provincias, que, aunque silenciosas por el momento, empiezan a estar hasta el gorro de tanto bandolerismo político.

En cualquier caso, el tándem Casado-Egea está haciendo gala de una insuficiencia que causa estupor. Y, a veces, grima. Cuando más debería estar unido y soldado el partido –más resolutivo que nunca–, ofreciendo a la sociedad una imagen fresca, potente y sin fisuras, el dúo en cuestión sigue cegado, garrote en mano, con desnucar a una mujer que arrasó a la izquierda, la volteó y la dejó sin aliento, por mucho que losagoreros de la casa genovesa pretendan discutírselo. O minimizárselo. En el fondo y en la superficie le tienen más miedo que a un tornado. Ayuso se eleva y ellos se empequeñecen. ¡Cuántos celos!

Por eso, es lamentable que sean los de fuera –en este caso los analistas de un país avanzadísimo en democracia como EE.UU.– quienes vengan a poner blanco sobre negro y dejen las cosas en su sitio. El troleo –y no precisamente en redes sociales, que también– que viene soportando por parte de los suyos la presidenta madrileña, día tras día, es lo más deleznable y ridículoque imaginarse pueda. Y Díaz Ayuso tiene todo el derecho y, además, el bagaje suficiente para regir el PP de Madrid. Todo. Se lo ha ganado. Lo asuman o no Casado y Egea.
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