Cecilia Orueta: "No solo es la mina sino todo lo que hay alrededor de ella"

La fotógrafa madrileña inaugura este lunes en la sala Provincia del ILC la exposición ‘the end’, que ya pudo verse el pasado verano en el MSM de Sabero y que supone una aproximación intensa y poética por parte de la fotógrafa madrileña a un mundo, el de la minería de carbón, que ya ha dejado de ser

Vicente García
19/12/2020
 Actualizado a 21/12/2020
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La exposición fotográfica de Cecilia Orueta ‘the end’, que se inaugura el próximo lunes en la sala Provincia del ILC, es la aproximación de una gran artista a algo que desconocía totalmente, que no ha vivido ni ha sentido nunca anteriormente, porque pertenece a otro lugar muy lejano. Es una aproximación intensa y poética que recorre muchos de los lugares que fueron y ya no son algo en la mina y para los mineros.

Parte, según ella comenta, de las ‘Historias del cine mudo’ de Julio Llamazares, y afirma: «es un libro que me llegó especialmente, un libro de Julio de los que más me gustan. El libro es el embrión, porque yo no conocía la cuenca minera, la conocí a través de Julio. Conocí lo que es Olleros a través de él. Y me decidí a hacerlo cuando vi que el cierre de las minas era inminente. Era el último coletazo, porque el fin de la minería se llevaba gestando desde hace muchos años». La mayor parte de la minería había cerrado y quedaban tres o cuatro minas que fue donde realizó la mayor parte de su trabajo.

Previamente se documentó leyendo libros sobre la problemática minera por tener una cierta referencia, aunque lo más importante ha sido el trabajo de campo, las personas con las que se ha entrevistado, los mineros con los que ha hablado y las gentes que aún quedan en la cuenca minera que le han ido informando de todo aquello que vivieron cuando las minas funcionaban. Entre todos ellos, Juan Carlos Lorenzana, minero y escritor, fue quien le ayudó mucho con informaciones y conversaciones sobre el pasado de la minería de la zona de Ciñera y Santa Lucía.Los planteamientos de su trabajo a partir de la documentación e informaciones recibidas fueron las de ir realizando fotografías sobre el terreno, acompañada de su colaboradora Mar Astiárraga, rechazando los tópicos y buscando otros elementos mucho más poéticos. Como ella ha comentado: «Quería huir de las típicas fotos de los mineros trabajando en la mina o de la arqueología industrial. Porque no sólo es la mina, sino todo lo que hay alrededor de ella: bares, economatos, colegios, cómo queda la cuenca minera tras el cierre, no sólo repercute a los mineros y sus familias, es todo el ambiente general». Y ese es el ambiente que se refleja en las fotografías que ha presentado en esta exposición que resultan una visión poética de un sentimiento generalizado de pérdida de un valor y un modo de vida fundamentales para muchos de los lugares que ha plasmado en su recorrido.Hay un elemento que muestra ese sentido poético de la obra, son los títulos y los pies de las fotos. Desde el título general de la exposición hasta el más pequeño de los textos que utiliza para sus imágenes representan un mundo literario que recoge frases de conocidos escritores y de anónimos trabajadores, como ella misma reconoce: «Los pies de foto como tales son un complemento perfecto para la fotografías y como ha habido muchos escritores que hacen referencia a la mina me apetecía mucho introducir algunas frases, no sólo de los propios mineros sino también tomadas de libros de autores como Camus, Luis Mateo Díez, el mismo Julio, en libros que hacen referencia a lo que es la historia de la minería y la problemática con lo que ha ido ocurriendo a lo largo de los años». Al realizar su trabajo procuraba buscar una atmósfera para cada una de las fotos y eso lo hacía con la ayuda de las personas que la introducían en los distintos lugares que visitaba y sobre todo la colaboración de su compañera Mar Astiárraga, que llevaba un cuaderno donde anotaba todo y Cecilia hacía las fotos, prestando atención a las tomas de las imágenes mientras Mar atendía a los comentarios y escribía.La unión de los textos literarios de los pies de foto y las imágenes es muy útil en su presentación, especialmente en el libro y como ella misma comenta: «La fotografía se distancia de la literatura, son lenguajes completamente diferentes y considero la literatura mucho más rica que la fotografía, aunque la fotografía narrativa tiene ciertos parecidos en el sentido de contar una historia. Cuando cuentas esa historia vas escogiendo textos e imágenes y la unión de esos textos y esas imágenes completan esa narración». Todo ello se realiza en la posproducción, pues aunque son lenguajes distintos se complementan perfectamente. Hay que tener un cierto control porque no se puede abusar del texto, si se consigue un cierto equilibrio puede quedar un trabajo muy bien realizado porque se complementan perfectamente.

El título de la exposición y del libro, ‘the end’ es un título cinematográfico, pues su idea era hacer algo relacionado con la cinematografía, como un guiño a las películas del Oeste que se proyectaban en los cines de las cuencas mineras, los cines que ponía la empresa, relacionando la vida de esas cuencas mineras con el Oeste americano. No era exactamente así, pero sí se puede considerar como un guiño a todo eso.

Su relación con el carbón parte a través de Julio Llamazares y a veces el ser ajeno a todo ello le ha dado una mirada mucho más receptiva porque si lo hubiera vivido directamente no se habría fijado en detalles a los que quienes habitaban las cuencas estaban acostumbrados.

A lo largo de su trabajo ha ido modificando su perspectiva sobre la mina. Dice: «En cualquier historia que haces, de cómo empieza a cómo acaba, cambias, la idea no vuelve a ser la misma porque la propia actividad te hace cambiar. A mí la problemática de las minas me interesaba por el cierre inminente que está asociado a esa España vacía por un lado, esa España denostada. También tenía un interés estético, pero al hablar con la gente me daba cuenta de que el problema es mucho más grande de lo que te imaginabas, tiene muchas más ramificaciones y complejidad. A lo largo de tu relación en el trabajo vas profundizando y vas cambiando tu idea inicial».

Otro de los temas importantes ha sido el de la complicidad con los mineros. No le gusta ir directamente a hacer fotos, hay un tiempo para conseguir la confianza con las personas, explicar su idea y su proyecto. No es por quedar bien sino que es un sentimiento hacia la minería que le hace empatizar con ellos. Como ella misma explica: «lo siento de verdad, tengo empatía con la minería, no lo fuerzo ni me hago la simpática para quedar bien. Tengo mucha afinidad con ellos, enseguida entiendo lo que quieren decir, y comprendo lo que significan sus gestos, palabras y miradas, voy con educación, pido permiso, explico lo que estoy haciendo y por qué lo estoy haciendo, espero lo que haya que esperar y se establece la comunicación, algo tan sencillo como eso». Con esa actitud se consigue la confianza de las personas implicadas y a partir de ese momento ya tiene la posibilidad de ir tomando fotos.

Para ello Cecilia escuchaba lo que le querían contar y estaban agradecidos con ella porque les escuchaba, es tan difícil en estos tiempos que alguien realmente escuche a los demás… Decía Zana: «tengo la sensación de que a los mineros no se les ha tratado como se les tenía que tratar». Reconoce que Zana tiene un discurso con mayor experiencia para contarlo y que es importante su punto de vista en esta historia.

En la exposición y en el libro aparecen pequeños detalles de ese pasado minero ya perdido, cuadernos escolares, archivos de facturas, comunicaciones variadas, pizarras con escritos, bares ya cerrados, los cines, discotecas… su mirada se posa en los más nimios detalles y comenta: «Vas buscando cosas que den a conocer ese pasado minero, que funcionen para mostrar ese mensaje». Porque sus imágenes además de sensaciones de recuerdo y nostalgia buscan también la belleza, algo que Cecilia consigue en sus imágenes estéticamente hermosas.

Para ello es importante esa atmósfera que ha conseguido en las distintas imágenes que da la iluminación natural, que es la que había porque iba buscando esa luz, porque ella no ilumina con luz artificial absolutamente nada y desde las ventanas que dan una cierta luminosidad, que es la que ella visualiza en la cabeza y luego puede resultar o puede ser un fracaso al ver la foto. Como ella misma dice: «A veces te empeñas en sacar una foto y no te sale». Y pone algún ejemplo de lugares que tuvo que visitar cuatro veces para encontrarse que ninguna foto le gustaba.

La exposición tiene dos aspectos, por un lado se encuentran las fotografías que se pueden ver en la sala y por otro el libro editado por Eolas foto, una editorial con varios libros realizados con muy buen gusto y presentación, como el de Cecilia Orueta y la diferencia entre la exposición y el libro es que el libro está hecho como si fueran secuencias cinematográficas, mientras que la exposición resulta agradable de ver, pero sin producir esa sensación.

Tras esta exposición y la parálisis de la pandemia, Cecilia Orueta quiere retomar sus proyectos y seguir trabajando en temas inacabados que debe finalizar, así como un proyecto para el futuro con la idea de hacer un trabajo en Ibiza sobre paisajes de antes de la llegada del turismo.

La exposición sobre la mina es un canto poético a un tiempo que ha pasado, a quienes lo han vivido, disfrutado o sufrido, con una visión melancólica y triste de un mundo que se esta perdiendo en las nieblas del pasado del que apenas quedan vestigios que recuerden lo que fue y que ya no volverá a ser.  Conviene no perderse la exposición y si interesa, tampoco perderse el libro.
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