dario-prieto.jpg

Caza de brujas

30/01/2022
 Actualizado a 30/01/2022
Guardar
Hace un par de semanas apareció en Instagram una cuenta que acusaba de violación a un conocido ‘trapero’ (músico de ‘trap’, puntualizo) español. El propio nombre de la cuenta apelaba a la necesidad de que se haga justicia y se limitaba a reproducir pantallazos de unos mensajes de texto en los que unas presuntas víctimas detallaban las supuestas agresiones sexuales del músico. Igualmente, se invitaba a otras chicas a que enviasen sus testimonios. «Protegeré el anonimato», se anunciaba en la presentación del perfil en la red social.

En España todavía no hay suficiente arquitectura legal para dar protección a las víctimas de violación. Éstas tienen que denunciar en unos tiempos y unas condiciones que no siempre son factibles (es decir, inmediatamente después) en buena parte de los casos. Algo que no resulta emocionalmente posible en todas las situaciones. Aún queda mucho camino por hacer en este sentido. La solución no es, sin embargo, recurrir a caminos ‘para-legales’ como, por ejemplo, los testimonios anónimos por internet que pueden ser redactados por cualquiera. Mismamente, por un señor de Ponferrada aburrido al que le cae mal un determinado ser humano.

En el caso concreto de este músico, he flipado al ver cómo personas a las que presuponía sensatez se han lanzado a compartir y alentar esta forma de acusación anónima (que, por cierto, sigue disponible en internet). Y, sobre todo, me ha llamado la atención la importancia de las filias y las fobias a la hora de ‘argumentar’ sobre un asunto tan peliagudo. Es decir, que si la persona sometida a ‘juicio’ nos gusta, vamos a muerte con ella. Y si nos disgusta, lo mismo pero contra ella.

Es verdad que vivimos en una chaladura constante y que nos hemos acostumbrado, pero no pasa nada por recordar la primacía de la razón por encima de los sentimientos. Para proteger a las víctimas de verdad no hay nada mejor que la frialdad de los datos, no las intuiciones ni el calor de las simpatías o antipatías. Y eso es algo que no está en absoluto de moda. Resulta además curioso que pida justicia quien hace justo lo contrario de lo que requiere un sistema justo. Yno está de más recordar a Arthur Miller y su obra ‘Las brujas de Salem’, que se hizo en el contexto de la ‘caza de brujas’ contra los comunistas en Estados Unidos, pero que puede aplicarse para todas las situaciones actuales en las que alguien pretende destruir a otro alguien por motivos completamente diferentes a los que aduce.
Lo más leído