Cátedra de imaginación

27/03/2019
 Actualizado a 17/09/2019
a-la-contra-27-03-2019.jpg
a-la-contra-27-03-2019.jpg
Entre las mil anécdotas del irrepetible Nano, el de Coladilla, el Cubano de Candás o lo que le quieras llamar, que a él le da igual, hay una que se repite con frecuencia, hablando de su saber andar por la vida.

- ¿Tu Nano, qué estudiaste?

- Derecho.

- ¿Derecho?

- Bueno, sólo un curso, al año siguiente el carpintero hizo unos bancos de madera y ya nos pudimos sentar.

Y con el tiempo llegaron las estufas a las escuelas y también aquellos pupitres dobles de madera, que levantaban la tapa, con tintero y tablero inferior para que los pies no tocaran con el suelo de hielo y frío.

Todo el mundo busca hoy aquellos viejos pupitres.

Y llegaron los colegios pero no se fueron los problemas. Cada tiempo tiene su afán. Y ahora se repite en las salas de profesores aquello de «si tenemos que esperar a lo que diga la Dirección Provincial ya podemos esperar sentados». Por lo que optan por el alguacil municipal, por el profesor manitas que nunca falta —muchas veces el de tecnología— y así funciona por libre la Cátedra de la imaginación —tan necesaria como cualquier otra— y a ella le deben en el colegio de la foto que las sillas sean las más silenciosas y las pelotas de tenis encuentren una segunda vida más allá de las pistas.
Lo más leído