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Catecismo verbenero

30/06/2022
 Actualizado a 30/06/2022
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Vale, todos hemos salido dos años y pico más viejos de la pandemia. Pero, aun con esas, este verano es probablemente el más esperado. Viajes por emprender, botes de protección solar por gastar y, por supuesto, noches de julio y agosto por disfrutar. Mañana damos la bienvenida a la temporada alta de fiestas de pueblo y, ya que nos pilla desentrenados, quizá sea conveniente desempolvar ese catecismo verbenero que todos aprendimos en su día.

Lo primero, revisar el calendario litúrgico. La noche leonesa se contagia estos meses de la madrileña y, si te lo montas bien, encontrarás fiestas que santificar cualquier día de la semana. Pasando las páginas del catecismo verbenero no faltan consejos en forma de peculiares sacramentos, como el de zamparse un bocata de ‘bacon-queso’ a última hora para evitar resacas o el de mezclar con un cartón de ‘El Conquistador Don Rodrigo’ para un calimocho canónico. Tampoco los mandamientos tomboleros: siempre se puede regatear las tiradas que cuesta un peluche y antes de disparar al palillo hay que calibrar la desviación de la carabina. Honrarás el pasodoble de tu padre y de tu madre, no codiciarás los cubatas ajenos y tampoco tomarás el nombre del ‘¡bingo!’ en vano.

Los nuevos fieles deben ser bautizados: ¡al pilón! Y para la comunión, siempre se podrá recurrir a gorronear las pastas de la vecina en la diana. Igual, con suerte, también le pega a la mistela y encuentras una botella abierta en su particular sacristía.

Recuerda consagrar la canción de ‘Parchís’ en la discomóvil si es el cumpleaños de un amigo y que si los de la orquesta proclaman ese salmo de que viva Dolores tienes que responder que también la madre que la parió. Penitencia para los que se pierdan bailando la de ‘Coyote Dax’ y excomunión para los que hacen bomba de humo en cuanto empieza la conga. Los de dentro de la barra, que no cometan la herejía de dar garrafón... y los de fuera, menos todavía, el sacrilegio de coger un volante después de un cachi.

Gracias a Dios, las verbenas han regresado a nuestros pueblos. Todos teníamos ganas de volver a peregrinar por estos cónclaves de una fe que, nadie se ofenda, también es un poco verdadera: celebrar esas fechas y tradiciones que durante siglos fueron festejadas por aquellos que nos precedieron. La de demostrar, por ellos y por nosotros, catecismo verbenero en mano, que lo que bien se aprende nunca se olvida.
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