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Cataluña en el diván del psicoanálisis

28/11/2017
 Actualizado a 10/09/2019
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La historia de España siempre sufre las turbulencias que provienen de agentes externos e internos.

Cataluña y País Vasco han estado en el foco de todos aquellos que se han inclinado por la desestabilización de España como consecuencia de la situación geoestratégica que ocupa y en distintas épocas históricas.

En esta ocasión, Cataluña, especialmente, ha sido objeto de deseo interno y externo como en tantas ocasiones.

La deriva independentista fue en incremento sin tener en cuenta que una región para acceder a la independencia debe tener aseguradas todas las opciones administrativas para funcionar sin problemas y al margen de las leyes.

El calentamiento cerebral independentista ha demostrado que sus dirigentes no han estado a la altura de las circunstancias y han retado al Estado español de forma frontal y aprovechando la debilidad del Gobierno central al estar en minoría.

Los dirigentes han sido desarbolados, unos se han ido al extanjero, otros a la cárcel y otros se encuentran en observación.

El 155 ha actuado de forma un tanto descafeinada, al estilo que nos tiene acostumbrado el método galaico-monclovita.

Sobre Cataluña ha llovido ácidamente la inconsecuencia de sus políticos y la inactividad de los políticos del resto de España.

Mientras que no se plantearon hechos puntuales de gravedad todo el mundo hablaba catalán en privado y en público se saltaban los acuerdos, prevaleciendo el catalán por encima del idioma español, es decir el castellano, con una inmersión lingüística sin precedentes y arrasando con el derecho de las familias y de sus hijos a ser educados en el idioma que eligieran mientras que los Gobiernos miraban hacia otro lado porque necesitaban los votos de esa minoría abusiva.

Siguiendo esta estela, prácticamente el Estado desaparecía de Cataluña y el adoctrinamiento seguía y la financiación de las asociaciones claramente independentistas se incrementaba mientras que los gobiernos autonómicos tenían una sola misión centrada en el logro de la república catalana y se convocaban referendos ilegales hasta llegar a la insurrección actual.

Desde fuera de nuestras fronteras han aprovechado el momento para debilitar todo lo que supusiera la actuación del Estado y ya se habla de quiénes han sido los instigadores. ¿Qué hace el Gobierno al respecto?

Internamente, todo lo que supone ir contra el partido en el Gobierno supone una suerte de tiro al muñeco de feria, propiciado por que los que mandan van por detrás de los acontecimientos de forma un tanto extraña y además se estimula esta locura con dinero de todos los españoles.

La amenaza es grave y los europeos han puesto en marcha las alertas, y parece que se disponen a sacudir su manto de indolencia porque el nacionalismo y los sistemas dictatoriales al uso, se llevan muy bien y hay precedentes.

El supremacismo nazi y el marxismo totalitario siempre están ahí, agazapados, dispuestos al asalto de la caja de los dineros porque eso es lo que les interesa, mientras la gran masa de población de forma ingenua y noble, lucha por los derechos de igualdad y de confraternidad.

Por eso en Cataluña estaría bien una acción de terapia que propiciara una ‘regresión’ en toda regla sobre todo en el campo de la Historia y la Educación, una recentralización de ciertos aspectos donde el Estado se ha mostrado demasiado condescendiente y además en general convendría un revulsivo estatal con una Reforma de la Ley Electoral y una revisión de la Carta Magna donde se tenga en cuenta la reconsideración del estado de las autonomías, más racional, tal y como lo han hecho naciones como Alemania.

La izquierda y la derecha deben pasar por el diván, actualizarse y reconsiderar sus posturas decimonónicas.

Los nacionalistas deberían colocar sus ideas en naftalina y evolucionar hacia consideraciones modernas que lleven a sus autonomías hacia la evolución.

La verborrea política debería ser desterrada y el pueblo considerar que el conocimiento de la Historia debería prevalecer como algo esencial para su diaria convivencia con el fin de que los demagogos que debemos soportar todos los día en las tertulias no acudan a tópicos, mentiras y traiciones descaradas que lo único que lleva a los ciudadanos es al desánimo y al pesimismo.

Y a los aprendices de ‘Antonio Pérez’, a lo Puigdemont, se les quitaran las inclinaciones a incrementar la Leyenda Negra.

Esperemos que estas reflexiones contribuyan a que el enfermo político español salga del diván del psicoanálisis fortalecido y no sufra recaídas graves como en anteriores tiempos que sólo nos han reportado pasos atrás en nuestra evolución.
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