Castrofuerte levanta una pared en la que mirarse

Un mural de más de 15 metros reconoce a una generación con trazos de Juan Antonio Cuenca documentados en más de 40 fotografías y en el homenaje a los mayores de más de 80 años

D.L.M.
28/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
El Tren Burra, el afilador, un rebaño de ovejas, la torre de la iglesia de la que surge el polvo con el que se forman las tierras de los labriegos, la mies. | SAÚL ARÉN
El Tren Burra, el afilador, un rebaño de ovejas, la torre de la iglesia de la que surge el polvo con el que se forman las tierras de los labriegos, la mies. | SAÚL ARÉN
Bien se merece toda una generación un homenaje en su pueblo. Una generación que capeó todo el Siglo XX y que ahora sostiene una forma de concebir la vida que puede esté tocando a su fin. Similar sensación de agradecimiento tienen quienes se detienen en Castrofuerte ante su nuevo mural, de más de quince metros de ancho y casi tres de alto, dedicado a los mayores. Más de 50 mujeres y hombres del pueblo sobrepasan los 80 años de edad y sus convecinos decidieron hacerles un reconocimiento durante la última jornada cultural. A todos, además de mucho cariño, se les regaló la insignia y el escudo locales y flores. Emigdio del Valle les dedicó un panegírico, sentidas loas a una generación que hunde sus raíces más atrás de los años 20 del pasado siglo. Una generación a la que su pueblo ha querido agradecer "donde nos han dejado, de donde vienen", como señala el presidente de la Junta Vecinal, Juan Ignacio Chamorro. El agradecimiento se concreta en el mural del ‘Bansky’ local, Juan Antonio Cuenca, el polifacético artista leonés que ha dedicado trazos tanto a los más mayores como a los más pequeños.

Desde agosto de 2012  los golpes de la pelota en el frontón rebotan contra el EslaDesde el 2012 Castrofuerte viene embelleciendo diversos espacios con pinturas testigo de tiempos presentes y pretéritos. En diversas paredes —el frontón, la casa de ‘Paquita’ para los mayores y un par más de muros— Cuenca y sus ‘pequeños’ ayudantes dejan pruebas, entre otros, del paso del tren burra, uno de los símbolos del pueblo. Tanto en el mural a los mayores como en uno temático se puede ver la locomotora de Ferrocarriles Secundarios de Castilla (FSC) que recorría la vía de Palanquinos a Medina de Rioseco (Valladolid). Recuerdos de otros tiempos que se materializan en el afilador de la mano de su Vespino, en la lechera, en el rebaño de ovejas que avanza en el centro de la escena, en el reloj, el tiempo al que los dos mayores dan la espalda, en los temporeros que cargan el fruto de la vendimia, los que barren la era, el carro de mies, el matachín y sus ayudantes que se disponen a despiezar el gocho sobre el banco o la torre de la iglesia, ya restaurada. De todo eso da fe Cuenca en su obra sobre la pared de ‘Paquita’, fiel a las más de 40 fotos que Chamorro le proporción para la idea.

A mitad de semana, en la mita de la mañana, en mitad del pueblo suena una campana que parece vibrar en el mural y hace al espectador viajar a aquellos tiempos de ‘trenes burra’. En ese espacio en el que el tiempo dejará su marca en forma de desconchones Cuenca se ha afanado con el pincel, creando un efecto de posterización —con fuertes contraste de colores— sobre el retrato de dos mayores anónimos, un tiempo que también refleja el paso de tiempo en la "dureza del terreno" propia de la pintura al aire libre, condicionada por fenómenos que no se dan en el lienzo cubierto en un estudio. "La pintura urbana es lo que tiene, se acuerda uno de los albañiles, de los trabajadores de las carreteras… de toda la gente que trabaja a la intemperie", apunta Juan Antonio Cuenca. El autor reconoce que en algunas ocasiones se ha "perdido" en el mural, en la "amplia visión" de los personajes, recreados a partir de las viejas fotografías, con los protagonistas en una expresión de "descanso", el reloj de arena, ese "polvo de vida a los pies de la torre de la iglesia que cae para formar las tierras", esos personajes que "dan la espalda al tiempo".

Pero el tiempo se detiene en los otros murales, que se han pintado desde el 2012 en el pueblo. Desde agosto de aquel año, los golpes de la pelota en el frontón rebotan contra el Esla, contra el horizonte, contra la antigua iglesia de San Pedro. Lo pintaron los niños con la supervisión y la cuadrícula de Cuenca, con el reciclaje como hilo conductor de la actividad artística.

Castrofuerte también puede presumir de tener a su propio sembrador de semillas —pariente del de Van Gogh— en el mural panorámico que también pintaron lo más pequeños en los agosto de 2016, 2017 y 2018. Tras la azada y la purridera, los dos palomares del pueblo, la Vega del Esla, la línea del horizonte del Páramo… solo faltan las encinas del monte —que ya están en el horizonte—.

Más de 40 niños han llegado a participar en las pinturas de estos murales. En el del Tren Burra, los más pequeños contribuyeron con la huella de sus manos al pie de la locomotora original, con sus dos billetes reales.

Eran otros tiempos que capearon los más mayores y que ahora hacen por retener los más pequeños con el patrocinio de la Junta Vecinal, el arte de Juan Antonio Cuenca y la generosidad de ‘Paquita’ y, por supuesto, del resto de sus vecinos.

Castrofuerte guarda su memoria y protege su futuro a golpe de pincel.


TALLER MURALISMO - Castrofuerte 2015 from Juan Antonio Cuenca on Vimeo.

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