Castorina, al pie del cañón hasta el último día

La artista Castora Fe Francisco de Diego ha fallecido a los 90 años. Su capilla ardiente está en la Vera Cruz de Astorga, su ciudad

Fulgencio Fernández
18/02/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Imagen de archivo de Castorina. | ICAL
Imagen de archivo de Castorina. | ICAL
Astorga, primero, su tierra; León, después; el arte universaly la mujer y su lucha acaban de perder a Castora Fe Francisco de Diego, Castorina, que falleció a los 90 años después de estar al pie del cañón prácticamente hasta el último día.

Queda su ejemplo y sus batallas. Quedan obras suyas por muchos lugares, sobre todo en Astorga, cómo no, su Astorga. Queda el recuerdo de una mujer dulce con la vida llena de cicatrices.

Es complicado hacer un perfil breve de Castorina pues siempre quedará mucho en el tintero, como estuvo ella tantos años cobijada en sus silencios, que propiciaran que todavía en 2007 La Crónica de León titulara un reportaje sobre ella como “La mujer invisible”. No hacen falta más comentarios. Cierto que anunciaba una exposición en la Sala Provincial que la hizo mucho más visible en la capital de su provincia su trabajo y su figura, su obra y su sensibilidad, su forma de ser y estar, tan callada como rica en su mundo interior. Dijo entonces Javier Hernando: “Constituye un testimonio valioso de la pervivencia de una poética intimista cuya protagonista suele ser la mujer. Su obra revela un mundo interior apasionado y al mismo tiempo torturado, como los retorcimientos de los cuerpos plegados unos sobre otros de sus obras”.

No negaba Castorina estos mundos, todo lo contrario, los explicaba: “La pintura y la escultura me han ayudado en trances muy difíciles. A veces la he buscado para salir de situaciones complicadas, depresiones, pues en la vida me ha tocado pasar circunstancias muy difíciles de superar”. Y frente a ellos, en el silencio de su estudio, muchas veces Castorina escribía poemas en piedra, pues muchos han repetido que esas grandes obras tan suyas, en piedra blanca, son verdaderos poemas. Incluso los escribió, por ejemplo en ‘Ya es primavera’ donde muchos recuerdan unas líneas suyas que explican sus palabras anteriores y estremecen: “Querido hijo: Sigue lloviendo. Desde que te fuiste llueve y llueve. Y las flores se mueren sin abrir. Los frutos no colorean. Las gentes van grises por caminos de charcos...”.

Y seguía su camino de piedras convertidas en maternidades, en mujeres, nuevamente en la plasmación de sus sentimientos. “La mujer tiene una gran importancia en mi obra, es mi mundo, el que yo vivo a diario y en el que aún faltan los reconocimientos más importantes por lograr. Nos dan derechos y otros logros, pero no acaban de entrar en lo más importante, nuestra sensibilidad, nuestro amor y entrega, porque sobre los sentimientos no se legisla”.

Y seguía su camino de piedras convertidas en lecciones de vida y de cercanía. Nadie que haya estado cercano a ella tiene una mala palabra, nadie cercano a ella no se estremeció de tristeza con su adiós, sólo hay que ver el alma triste de su amigo Amancio González, con quien trabajo codo con codo para una gran escultura para Astorga.
Es que Castorina era hija de un siglo duro como las piedras que moldeó sumando tantas sensibilidades: En su mundo están los cuatro años de música en el Conservatorio de Salamanca, otros años más en las escuelas de Formación de Astorga y la San Fernando de Madrid donde fue sumando conocimientos de dibujo, figura, adorno, modelado, talla escultórica… y fue grabando las palabras de profesores como E. Capa, Laviada, Pérez Comendador o Luis Marcos.

Y durante toda su vida siguió enseñando y aprendiendo, a los alumnos que dio clase y de los alumnos que iban a sus clases. Una de las fotos de su paso por León habla mucho de ella, es un taller con niños y en una libreta está tomando notas… Castorina.

El funeral será este martes a las 11:00 horas en la iglesia de San Andrés y su capilla ardiente está en la Vera Cruz de su ciudad. Escucha allí su legado.
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