La cita se quedó ya grabada en el colectivo municipal, incluso se manejó la posibilidad de que hubiera un maestro de ceremonias, porque aquel primer año se le pidió a un conocido abogado, Antonio Díaz Carro, que diera un discurso. Y al año siguiente fue el primer «mantenedor» de la celebración. Un año después se decidiría la fecha fija para realizar el evento: el sábado antes del sábado de Carnaval, aunque este año ha tenido que desplazarse para esquivar la pandemia. Hasta este momento se había mantenido esa fecha. Lo que ha ido cambiando ha sido el lugar de celebración, primero en locales de cenas y ocio para pasar después al pabellón de deportes, hace más de treinta años, cuando ya la cita superaba los mil comensales.
La celebración municipal ha ido ganando terreno y reconocimientos. Hace 22 años conseguía el “Regional” y se posicionaba como una fiesta destacada en el calendario de Castilla y León. Después, hace 14 años, se convirtió en de Fiesta de Interés Turístico Nacional, aunque ya un año antes materializó el apellido de “internacional” al ser Cabo Verde su país invitado. El botillo viajó hasta la Antártida incluso, en la mochila del periodista local, Valentín Carrera, que retransmitió su cocinado en 2007, haciendo de la gala la más internacional de su historia.
El salto al marchamo nacional fue una gran noticia para el evento, porque el Gobierno reconocía sus peculiaridades y atractivos turísticos. Y poco a poco fue sumando actividades. En 1984 se incorporaba al evento gastronómico la primera semana cultural, con actividades aledañas a ese festival.
El concurso literario nació a la par de la celebración y desde entonces se han recopilado relatos de gran valor y de distintas temáticas relacionadas con el embutido rey y con el rastro poético que deja en la comarca berciana. La Feria de Productos Gastronómicos de la que hoy presume en un lugar privilegiado, el Bembibre Arena, vino a nacer en el año 2000 y después llegaron los pinchos en los bares.
1.500 comensales
La expectativa por la compra de entradas llevó a que los compradores hicieran colas incluso por la noche para adquirirlas, lo que provocó cambios en el sistema de venta. Se ha hecho por tandas, por sistemas on line y presencial…pero las ganas siguen siendo tantas que, en pocas horas, la sección de ventas suele quedar sin existencias. Este año se dará entrada al Manuel Patarita a 1.500 comensales, un número que se ha ido estirando con el tiempo, haciendo una mejora en la distribución de las mesas en el pabellón, que deja de parecer un recinto deportivo para acoger esta gala. Desde hace seis años, el aforo no baja de los mil comensales y cada año ha ido asentando nuevos récords. En esta ocasión, el aforo estará más controlado, a consecuencia del Covid y de que no se permitirá la entrada libre al baile posterior a la cena, como venía siendo habitual en los últimos años. Como novedad, se pretendía solicitar certificados de vacunación de todos los comensales, pero finalmente se desestimó esa primera idea.
El mantenedor
Un maestro de ceremonias se merecía el festival y lo tuvo, casi accidentalmente desde el principio. Los comensales lo pedían y obligaron a Antonio Díaz a dar un discurso. El favor se lo pagó al año siguiente convirtiéndolo en el iniciador de una saga de mantenedores tan extensa como las ediciones que cubre el festival. Edición número 49 y en la memoria el paso de políticos, de artistas, de comunicadores, cómicos, presidentes de la Comunidad…Nombres y más nombres que saborearon el botillo, como Manuel Fraga, presidente de la Xunta de Galicia, o José Luis Rodríguez Zapatero y José María Aznar, ambos presidentes del Gobierno, también la ministra Carmen Calvo o Paco Vázquez, Tomás Villanueva, Silvia Clemente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, Juan Vicente Herrera... del lado deportivo personajes como Vicente del Bosque o Ángel Martín Villa. O de la vertiente artística Periodistas como Alfonso Ussia, Luis María Ansón, Sergio Martín, Valentín Carrera o Ana Ibáñez. Y en lo entrañable local, la pareja de locutores formada por Yolanda Ordás y el fallecido Ignacio Linares, el compositor desaparecido, Cristóbal Halffter y hasta el propio Gil y Carrasco reencarnado para la ocasión.
Más que comer
Antes de sentarse a saborear los suculentos botillos que ponen una sinfonía perfumada al Patarita, hay otras actividades que rodean el universo del Festival. La convocatoria del Certamen literario le precede. En él se han conseguido leer relatos ingeniosos y artísticos que van más allá de lo que es el botillo en sí. Esa cita enriquece la gala, como también los eventos culturales. En los últimos años, el festival tiene un motivo sobre el que pivota. En esta ocasión será el taller de costura y su labor solidaria, un guiño cariñoso que pondrá una nota diferente. También se ha incorporado el hermanamiento con una población que tenga que ver con la producción de alguno de los condimentos del botillo.Pero la gala en sí tiene una estructura ya conocida, primero la presentación del evento, que se adereza con alguna actuación musical de categoría, después la lectura del relato ganador y la cena en sí para pasar con posterioridad a un baile sin fin.
El aspecto musical llega a tener tanta importancia como el nombramiento del mantenedor.
Este año se dieron a conocer los dos nombres de los protagonistas al tiempo: el mantenedor será el cómico, locutor, periodista, presentador y un largo etcétera, Luis Larrodera. El que fuera presentador del «Un, dos, tres» y ahora locutor en Cadena Dial pondrá la nota de color a la gala, pero la música será cosa de la sevillana Pastora Soler, que se espera que presente en Bembibre su último trabajo.