Casa de León en Madrid: bebiendo del porrón en zapatillas

Por Valentín Carrera

01/04/2019
 Actualizado a 17/09/2019
Comensales en la cita anual de la Casa de León en Madrid este año.
Comensales en la cita anual de la Casa de León en Madrid este año.
Escribo desde el agradecimiento y los lectores de LNC disculparán si se me nota cariño de paisano al hablar de la Casa de León en Madrid, que la semana pasada celebró su LXXII Fiesta del Botillo. La talla LXXII indica que es la cita botillera más veterana del Planeta: la de Bembibre va por la talla XLVII.

La Embajada de la Calle del Pez se desplazó hasta la residencia militar Don Quijote, donde el botillo reunió a más de un centenar de comensales maragatos, bañezanos, del Páramo o de La Valduerna, bercianos o cabreireses, que de todo había, incluso alguno de León capital, que eso se nota por la prestancia y el señorío, como a los demás de la provincia se nos nota que somos de pueblo. Ya me entienden.

Septuagésima segunda edición, acertó a decir con precisión el pregonero Antonio Ovalle, nuestro Umberto Eco, nuestro Leonardo da Vinci, humanista del Renacimiento con quien tuve el gusto de compartir brindis, filántropo que ha situado a Ponferrada en el mapa mundial de las bibliotecas y la bibliofilia, gracias al inmenso tesoro de su Templum Libri.

Ovalle abrió el programa con una intervención sobria y amena, recordando versos de Vatemar y decires del maestro don Baldomero: “Ponferrada, ciudad bravía, con cien tabernas y una sola librería”. Nos sorprendió a todos citando un tratado medieval de medicina sobre las bondades de la vejiga de cerdo para los males de la orina, causando asombro prostático entre los señores y cierto repelús entre las damas. La alusión al rabo como manjar exquisito, entre las partes del botillo, sembró el regocijo.

Tras unas contundentes virutas de cecina y queso, y un platico de sopa (de botillo, claro), entramos a degüello con el famoso artefacto, regado con mencías y godellos que se dejaban beber con más que alegría, cantando: de la bodega Otero Santín, en Molinaseca, y de Bodegas Arganza. A los postres llegó la hora del Paso Honroso, reconocimientos que cada año ofrece la Casa de León en Madrid a leoneses destacados, entre los que han tenido la generosidad de incluirme —por haber llevado el primer botillo del Bierzo hasta la Antártida—, junto al enólogo Raúl Pérez y la atleta ponferradina Marta Casado.

Marta Casado, #ProhibidoRendirse, #DeporteSinBarreras, no pudo asistir porque estaba compitiendo en Collado-Villalba donde se proclamó doble campeona de España de atletismo adaptado (oro en los 100 metros y en salto de longitud en categoría sub-20). Nos acompañó su padre, y sus palabras sencillas y directas nos emocionaron. Marta es un ejemplo y todos estaremos apoyándola en #MartaCasado2020 para sentirnos orgullosos de verla en las Olimpiadas Tokio 2020.

Raúl Pérez, recién llegado de Estados Unidos, igual hace vinos en Chile o China como en Valtuille de Abajo, ha sido considerado «el mejor enólogo del mundo» por la Guía de Vinos Bettaane+Desseauve. Suyas han sido creaciones de Bodegas Palacios o el famoso Tilenus, y ahora en su bodega elabora los vinos Ultreia y La Vizcaína. Estamos hablando del Robert Parker berciano, un referente mundial, que nos sedujo a todos con su naturalidad: no en vano es «el enólogo que deja fluir a la naturaleza».

Comprenderán que al lado de Marta y de Raúl, mis méritos palidecen y es mayor aún mi gratitud a la Casa de León. Como el municipio invitado era Castropodame, hablé de mis andanzas subiendo a caballo al pico del Redondal, en 1988, durante El Viaje del Vierzo, y recordé la hospitalidad de los paisanos de Turienzo Castañero, donde los caballeros andantes dormimos en un pajar, y nadie se sienta feliz en su vida ¬si aún no ha dormido en un pajar. El alcalde de Castropodame, Román Díaz, nos mostró una imagen del municipio sorprendente. Con frecuencia ignoramos lo que tenemos cerca, desde las rutas de senderismo al museo de relojes de sol, pasando por sus propias médulas romanas y el lago del Encinal. ¡Habrá que regresar a Castropodame, a honrar la memoria del general Moore, que pasó por allí huyendo de los franceses!

El acto talla LXXII no podía concluir sin entonar, es una forma de decirlo, el himno de León, al que algún comensal insistía en corregir la letra: «Sin León no hubiera España, que antes que Castilla leyes…», cambiarlo por «…que dio a Castilla leyes». El pintor Pepe Carralero y el sevillano de San Román de Bembibre, Pepe Colinas, pidieron cambiar León por El Bierzo; mi prima Pepa Diñeiro y Marce Pacios se quejaron porque en el himno no sale nuestro pueblo, Rimor, y en la tercera copina de orujo cundió el caos, sin que lo pudiera remediar el tenor Héctor, que a la luz del cigarro va pal molino…Toda esta hermandad fue conducida por la nueva junta directiva de la Casa: su presidente, Diego García Paz, arropado por M.ª Jesús González-Espejo, Octavio J. Canseco, María Jesús González, Luis Domínguez, Rubén García, David González, Pedro González Martín, Rafael Martín-Granizo, Cuqui Martínez, Secundino Martínez Vega y Juan Pacho Mencía, a los que yo añado al activista máximo del leonesismo, Chema Hidalgo, artífice de tanta generosidad y afecto. A todos ellos, y a todos los socios y socias de la Embajada de León en Madrid, gracias por hacernos sentir como en casa, bebiendo del porrón y en zapatillas.
Lo más leído