10/01/2020
 Actualizado a 10/01/2020
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Poner sobre la mesa el debate de la autonomía para León probablemente tenga unas consecuencias estériles, porque parece imposible que se pueda llevar a corto plazo a buen término, pero al menos ha servido para quitar muchas ‘caretas’ sobre libertades y valentías, y para que por fin se conozca a nivel nacional un sentimiento que lleva muchos añospresente dentro de la provincia.

Sobra decir que no hay por qué estar de acuerdo ni apoyarlo. Tan respetable es una postura como la otra, y tan sólidos pueden ser los argumentos con los que se defienda estar a favor como estar en contra, aunque como sucede hoy en día en la política todos veamos bien sólo los que reafirman nuestra postura.

Lo que me parece indignante es la censura del pensamiento único que desde los grandes partidos políticos están intentando imponer a sus representantes en las pequeñas localidades; o el silencio cómplice y miedoso de sus líderes en la provincia, que prefieren obviar el tema antes de jugársela a molestar a los que les pueden dar o quitar el ‘puestito’ de turno en un futuro.

Escuchar al presidente de la Junta, Mañueco, decir que Castilla y León «es un modelo de éxito» es o un insulto que se rebate sólo con los catastróficos datos sobre población que semana tras semana salen a la luz, o una demostración de que es lo que le pase a Valladolid el único faro que tienen para determinar como buena o mala la situación.

Leer cómo desde sus órganos centrales el PSOE y el PP coaccionan a los concejales de las diversas localidades, esas que ni saben que existen ni les preocupan lo más mínimo, para que voten en contra en todas las mociones que haya en los ayuntamientos sobre la autonomía, es el fiel reflejo de lo que les importa realmente su bienestar y muestra la verdadera cara e intenciones de los que se pliegan a ello en vez de defender los intereses de sus habitantes.

Puedes discrepar y estar en contra, pero no ser cobarde y esconderte buscando tu beneficio. En las próximas semanas se seguirá viendo de qué pie cojea cada uno. Es momento de mojarse y de moverse, porque nadie de fuera lo va a hacer por nosotros.
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