"Cantar con músicos nuevos estimula mi canto"

Amancio Prada regresa por tercera vez este año al Auditorio Ciudad de León, y lo hace en esta ocasión con la obra más emblemática de su extenso repertorio, el ‘Cántico espiritual’ de San Juan de la Cruz en su versión esencial con guitarra, violín y violonchelo

Joaquín Revuelta
21/09/2019
 Actualizado a 21/09/2019
El cantautor berciano en una actuación de septiembre de 2015 en el Auditorio Ciudad de León. | MAURICIO PEÑA
El cantautor berciano en una actuación de septiembre de 2015 en el Auditorio Ciudad de León. | MAURICIO PEÑA
Hasta en tres ocasiones el cantautor berciano Amancio Prada ha tenido ocasión de visitar este año el Auditorio Ciudad de León, uno de sus predilectos a tenor de lo manifestado con motivo de la presentación el pasado mes de marzo de las ‘Coplas a la muerte de su padre’ de Jorge Manrique, donde entonces estuvo acompañado por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, bajo la dirección de Fernando Velázquez, y por el Coro Sinfónico del Conservatorio Superior de Castilla y León. «Siempre hablo bien del Auditorio leonés porque uno conoce ya muchos edificios, auditorios, palacios de congresos, teatros, etc, y muchas veces la belleza que tienen por fuera y que prometen por dentro al menos no es funcional cuando llegas al escenario. En el caso de este auditorio creo que reúne primero una arquitectura interesante, nueva y armónica a la vez por fuera, pero una vez dentro te das cuenta que has entrado en el ‘sanctasanctórum’ que dirían los antiguos. Y ahí hay una atmósfera que siempre es difícil de recrear. Porque a veces los arquitectos no aciertan, no saben o no acaban de dar ese paso para que todo ese edificio, todo ese entorno sirva para la función que se ha creado, en este caso la palabra y la música, digamos las artes escénicas», argumenta el poeta, intérprete y compositor de Dehesas, que reconoce que a lo largo de su dilatada trayectoria profesional se ha encontrado con teatros y auditorios con los que no ha congeniado de la manera en que lo ha hecho en el caso del recinto leonés. «No solo se da el caso sino que se comenta, pero no voy a citar ejemplos, como puedes comprender. No son pocos los sitios que para acceder al escenario es un auténtico galimatías, que la puerta de acceso al escenario es muy estrecha o que los servicios están a un kilómetro. Pero más allá de esos detalles físicos censurables, está el alma, la atmósfera que te decía antes, y eso es para mí lo que más aprecio en el Auditorio de Ciudad León».

Si uno visita la web oficial de Amancio Prada podrá comprobar que el ‘Cántico espiritual’ de San Juan de la Cruz, que este sábado vertebra el concierto que el cantautor ofrecerá a partir de las 20:00 horas en el Auditorio por iniciativa de la Fundación Eutherpe y en el que se hará acompañar por la violinista Roxana Winsniewska y por la violonchelista Amarilis Dueñas, tiene su propia entrada, lo que revela la importancia que esta pieza ha tenido desde sus inicios artísticos en la década de los 70 y que ha interpretado en innumerables enclaves. «Ya no llevo la cuenta, sobre todo de los nuevos, pero ni siquiera figuran los anteriores al estreno de 1977 en Segovia, porque he de decir que el ‘Cántico espiritual’, que nació de una lectura –‘Soledad sonora’– en aquella buhardilla de París cuando yo tenía 20 años, empecé a rondarlo musicalmente y tres años más tarde en el teatro de La Gaîté en Montparnasse de París estrené una primera versión parcial del poema de San Juan de la Cruz para piano, voz y guitarra, que es como había nacido, y cinco años después, en 1977, es cuando estrené la versión original con ese trío de guitarra, voz y violonchelo. Pero luego ha tenido también muchas lecturas, empezando por nuestro querido Ángel Barja, quien después de asistir a un concierto en el que interpreté el ‘Cántico’ en el Teatro Emperador en 1982, además de escribir una crítica muy generosa por su parte se quedó tan enamorado de esa obra que escribió una versión para piano, guitarra, violín y violonchelo que estrenamos en el Teatro Real de Madrid en el Festival de Otoño de 1984. Luego vinieron también lecturas con cuarteto de cuerda o con ese trío de guitarra, violín y violonchelo más corales o escolanías, y desde hace cuatro años una versión sinfónica y coral que estrenamos con la Orquesta y Coros de RTVE en el Teatro Monumental y que luego llevaríamos al Festival de Granada, a la Semana de Música Religiosa de Cuenca, a Roma y que llevaré el próximo mes de marzo a Bilbao con la Orquesta Sinfónica y Coros de esta ciudad. Osea que es el ‘cántico del nunca acabar’», bromea Prada, a quien las adaptaciones sinfónicas de las ‘Coplas a la muerte de su padre’ y del ‘Cántico espiritual’ le satisfacen igualmente, si bien reconoce que «la esencia en ambos casos está en la palabra y es música callada. Eso de entrada. El poema luego tiene tantas lecturas como lectores pueda tener. Y tantas músicas como músicos puedan enamorarse de esa obra. En el caso del ‘Cántico’ como más identificado me siento es con esta versión que he hecho tantas veces, la original, que este sábado presentamos en León y que es la semilla de todas las versiones que pueda haber después», sostiene el músico berciano, para quien las versiones sinfónicas aportan «toda esa belleza tímbrica, de vocación escénica, que da aún más riqueza a la poesía».Sobre las dos jóvenes instrumentistas que le van a acompañar este sábado en la interpretación del ‘Cántico espiritual’ en el Auditorio Ciudad de León, la violinista Roxana Wisniewska y la violonchelista Amarilis Dueñas, Amancio Prada asegura que «las dos están estudiando en Alemania y en el caso de Amarilis ya he dado varios conciertos, por ejemplo en el Museo del Prado y hace tres años en León, también de la mano de Margarita Morais. Uno de los regalos que el ‘Cántico’ me ha hecho es haber conocido a muchos y muy buenos músicos, pero en esta ocasión quería hacerlo con estas dos jóvenes porque además de ser extraordinarias y estar trabajando la excelencia estudiando fuera, que siempre supone un esfuerzo que denota la vocación y su capacidad para hacerlo, me parece coherente con la filosofía de la Fundación Eutherpe que trata justamente de apoyar, de alentar, de favorecer la formación de los jóvenes intérpretes, y he de reconocer que cada vez que canto con músicos nuevos, sea una canción o sea el ‘Cántico’, hallo todavía más nueva esa lectura, estimula mi canto».

Amancio Prada está convencido de que tanto el ‘Cántico espiritual’ como otras obras de su repertorio que lo han acompañado a lo largo de más de cuatro décadas «suenan hoy cada vez mejor. Al menos se parece más a como la siento yo ahora. No son cambios esenciales, porque ya sabes que lo más importante en la vida son los matices y tanto en la vida como en la música los matices son muy importantes. Uno no canta dos veces la misma canción y menos aún tratándose del ‘Cántico espiritual’. Lo cante solo en mi casa, lo cante con violín y chelo, con el acompañamiento que quieras, es nuevo, porque nunca estás satisfecho con la interpretación, siempre hay cosas que piensas y ves que puedes mejorar o al menos te salen de otra manera. Y esa es la luz que hay en toda la partitura. En cualquier caso, yo canto como sembrando esas palabras como mi padre sembraba el trigo», asegura.

Amancio Prada no cree que el público actual haya cambiando en exceso respecto al que le escuchaba en los años setenta. «La gente que se acerca a leer o a escuchar el ‘Cántico espiritual’ sale maravillada de ese poema y feliz con toda esa resonancia que el propio poema provoca. No existe diferencia. La gente es como un amanecer o un atardecer o un enamoramiento. Nos seguimos enamorando y nos seguimos extasiando ante la belleza de la ultima filigrana arquitectónica con los mismo ojos abiertos que ante un capitel románico», asegura Prada, que respecto a cómo puede conectar el ‘Cántico espiritual’ con las nuevas generaciones no alberga ninguna duda en el impacto de la obra. «La dificultad está en que tengan ocasión o curiosidad por acercarse. Hace mucho tiempo que mi público se ha ido renovando, enriqueciendo y cada vez es más variopinto, lo cual también me reconforta», concluye el poeta.
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