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Candidatos de saldo

18/03/2019
 Actualizado a 16/09/2019
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En más ocasiones, querido lector, le he dicho que soy muy partidario de que para ejercer la política –o intentar ejercerla– hagan falta bastantes más cosas que ser mayor de edad y no tener impedimento judicial para ir metido en una lista de la que después va a salir una corporación municipal, un parlamento autonómico o las Cortes Generales. Sé que he hablado de lo que opino en cuanto a criterios económicos y también le he dicho lo que pienso de los tarugos que se meten en una candidatura por casualidad y acaban ejerciendo algún cargo.

Con dos citas electorales y cinco urnas a la vista se acumula el trabajo en los partidos casi al mismo compás que al votante medio le sube la pereza por tener que pensar en política, en elegir, en cambiar o en seguir con lo mismo. Mientras, a los que estamos para contarlo nos sobran motivos para juntar letras. Y aunque no le puedo contar nada de una lista prácticamente cerrada que vi hace unos días porque prefiero que sean las urnas las que le digan lo que iba a pasar, no puedo evitar hablarle de los candidatos de saldo.

Por un lado tenemos a los de la marca blanca que vive de los saldos y migajas, pidiendo voluntarios para rellenar una lista que, como es evidente, no contempla plaza libre en los puestos buenos y que no están a disposición de los serviciales que se presten a poner su nombre porque si suena la flauta el 28 de abril ese chollo es interesante y no se le va a dar el beneficio al primero que pasa. Candidatos de segunda o tercera mano, tránsfugas, condenados… ¿Valdrá cualquiera con voluntad, no?

Por otro, en esta nuestra provincia ya es un hecho el regreso a la política municipal de los que un día se fueron dejando el listón medianamente alto y los que con su candidatura el partido obtuvo los peores resultados. En ambos casos, estrangulado el argumento de la regeneración, el de la renovación y las demás tonterías que se inventan los partidos con ánimo de captar votos, da la sensación de que algunos sólo saben vivir de la política o que a las propias formaciones tantas puertas han tocado y las han encontrado cerradas que sólo les queda ir al mercado de ocasión.
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