Canales romanos por Montes (II)

Recorrer los luminosos Montes Aquilanos es sentir un abrazo del paisaje que te envuelve con su espesura. Cierra los ojos y respira profundo, para inbuirlo en tu almacén de sensaciones

Francisco A. Ferrero
01/12/2019
 Actualizado a 01/12/2019
Plano de la ruta.
Plano de la ruta.
Aunque la ruta de los canales romanos a su paso por San Pedro de Montes tiene un recorrido total de unos 11 kilómetros, al objeto de hacerla más asequible a todo tipo de público y condición física, se ha subdividido en dos etapas. Una primera, de tan solo 4,5 km de longitud, que se inicia en la fuente de Los Chanos (conocida también como la fuente de Los Frailes), una fuente canalizada desde su nacimiento que suministraba agua al antiquísimo Monasterio de San Pedro de Montes. Esta primera ruta recorre el canal alto, alejándose del pueblo, y regresa de nuevo al mismo a través del canal bajo.

Se trata de un trayecto de corto recorrido que permite caminar por la margen derecha del arroyo de Pico Tuerto, que se descuelga con gran pendiente desde las altas cumbres de los Montes Aquilianos. Esta segunda etapa, de 6,5 kilómetros, se complementa con la anterior y permite hacer la ruta completa de los canales romanos a su paso por Montes de Valdueza, recientemente desbrozados y recuperados por la pedanía del pueblo con la idea de ponerlos en valor turístico.

La ruta se inicia en el pueblo de Montes de Valdueza, una aldea ligada inexorablemente a la existencia del Monasterio dedicado a San Pedro, situado en un otero sobre la confluencia del arroyo de Montes y Tuerto, y dando vistas a la fachada Norte de los Montes Aquilianos en el tramo entre las cumbres de La Guiana (1848) y Pico Tuerto (2051). Parece ser que los monjes buscaban un desierto de soledad, apartándose del mundo para estar más cerca de Dios, eligiendo aquellos parajes que, a los ojos del hombre, se parecieran al idílico Edén o Paraíso que tenían en sus mentes en base a las descripciones del Antiguo Testamento.

Fue fundado en el siglo VII y tuvo grandes abades como lo fueron Fructuoso, Valerio y Genadio, que convirtieron a Montes de Valdueza en la cuna de la Tebaida Leonesa Sobre el monasterio solo cabe mencionar unas pequeñas pinceladas, ya que hay abundante bibliografía muy precisa sobre el mismo. Fue fundado en el siglo VII y tuvo grandes abades como lo fueron Fructuoso, Valerio y Genadio, que convirtieron a Montes de Valdueza en la cuna de la Tebaida Leonesa. Se considera a San Fructuoso como el patriarca de los monjes españoles, juntamente con San Isidoro de Sevilla, y fue la personalidad más notable del panorama religioso visigodo.

San Valerio, que fue abad de San Pedro de Montes en la segunda mitad del siglo VII, fue asimismo uno de los intelectuales más destacados de la Europa altomedieval. Estas personalidades, tan destacadas del mundo de la cultura y de la intelectualidad de aquella época, estuvieron en el Bierzo, y estos lugares de recogimiento y soledad fueron fuente de inspiración para ellos. Por todo ello, es acertado decir que el origen de la cultura y el conocimiento de nuestro territorio emana de estos parajes, siendo por tanto la cuna de la cultura del Bierzo. El monasterio, a consecuencia del estudio realizado en 1925 por el historiador leonés Julio Puyol y Alonso bajo el título: ‘La abadía de San Pedro de Montes’, fue declarado Monumento Nacional el 3 de junio de 1931.

El pueblo de Montes surgió más tarde y se situó en los alrededores de las propiedades monacales bajo el auspicio de los propios monjes. Éstos, por donación real, eran los dueños y administradores del monasterio y de los montes de su entorno. A fin de facilitar la población de los vastos territorios, tan difíciles para el labrantío, y poderles sacar algún provecho, ofrecieron sus pastos, cotos y montes a todos aquellos que se establecieran cerca del cenobio, concediéndoles más tarde permisos para construir casas y labrar la tierra. Los ganaderos y labradores, a cambio, debían entregar al monasterio una quinta parte (el 20%) de los beneficios que obtuvieran del trabajo de sus tierras. Así nació el pueblo de Montes y, por el mismo procedimiento, los de San Adrián y Ferradillo, tomando el nombre de Quintería en base al valor de la renta mencionada.

El pueblo conserva todavía, bastante inalterado, el tipismo de la arquitectura tradicional berciana, por lo que merece la pena recorrer sus calles, la pequeña ermita de Santa Cruz, situada al Este el pueblo, y la fuente de Los Frailes, ubicada al Norte, sobre el pueblo. La visita guiada al monasterio y su iglesia requiere un tiempo específico, por lo que podrá realizarse una vez finalice el recorrido propuesto. Merece la pena, sin duda. Desde el pueblo se baja hacia el arroyo de Montes, para después continuar, entre corpulentos y altos castaños, en dirección al Castro Rupiano (rupiano puede derivar de «rupes»=roca) situado sobre un teso sobresaliente frente al monasterio, en la margen derecha del arroyo de Montes.

Este pequeño castro, conocido también en el pasado como Castro Rufiano o Castillo Rupiano, dio apellido también al cenobio, al que se le conoce como Cenobio Rupiano de San Pedro de Montes. Una visita detallada al pequeño Castro, de consistencia pizarrosa y situado en cota aproximada 1.090, no evidencia señales de haber tenido edificacionesni en su interior ni en los alrededores. Sí, en cambio, se observan unos frentes o zanjones cortados en pizarra en la zona noroeste, de apariencia artificial. Este otero, que proporcionaexcepcionales vistas al pueblo de Montes, pudo utilizarse en época romana como punto de observación y vigilancia en la construcción de los dos canales romanos que pasan en sus alrededores. El alto, unos pocos metros más arriba de este punto, y el bajo, a unos 160 m de desnivel vertical.

El camino nos acerca a unos farallones de calizas y dolomías que se prolongan desde los Doce Apóstoles y donde el paisaje cambia de forma abrupta Una vez rebasamos el Castro, el camino discurre durante algo más de un kilómetro por un camino horizontal que aprovecha el trazado original del canal alto, que transportaba agua a la mina de Las Médulas. El camino nos acerca a unos farallones de calizas y dolomías que se prolongan desde los Doce Apóstoles (formación geológica conocida como caliza de la Aquiana), y donde el paisaje cambia de forma abrupta. Las formaciones carbonatadas dan lugar a una vegetación de porte arbóreo muy distinta a la propia de sustrato silíceo que nos acompañó durante todo el recorrido inicial. Muchos encinos y solitarios tejos pueblan este paisaje, en especial en el paraje de Los Apretones y La Mayadica que, además, constituyen un reservorio de plantas rupícolas, alguna de carácter endémicas o propias y exclusivas de esta zona, donde esperamos que algún día sean protegidas bajo la forma de microrreserva de flora.

Donde la consistencia de estos afloramientos calizos-dolomíticos se presentan compactos y de aspecto cristalino, parecidos a un mármol,se abrieron canteras para la construcción de la obra de fábrica del monasterio de San Pedro de Montes, como lo atestiguan viejos frentes de explotación, muy desfigurados con el paso del tiempo, y la existencia de piedraslabradas «in situ» en los márgenes de camino. Una vez cruzamos las frías aguas del arroyo del Pico Tuerto (o de Las Furnias) y los terrenos calizos, recuperamos la traza del canal, que discurre de nuevo por terrenos compuestos por esquistos y pizarras bordeando los estribos de El Carballal. El canal recuperado finaliza en la cabecera del río Rubio, en los límites con la pedanía de Peñalba de Santiago. Desde aquí se desciende al canal bajo por un antiguo sendero, que recorre el paraje de la Barranca de la Mina, donde se observan unas antiguas galerías mineras donde se extraía mineral de hierro (hematites) con destino a la cercana Herrería de Linares, que perteneció al Monasterio de Montes y que, durante los periodos de penuria monacal, fue una importante fuente de ingresos para la supervivencia del mismo.

La herrería o Fragua de Linares fue construida por el Monasterio de Montes en el primer tercio del siglo XVIII y funcionó hasta principios del siglo XX, ya en propiedad privada desde la desamortización de Mendizábal en 1835. Se fabricaban hierros, clavos, herraduras para la venta, cuya materia prima procedía del conocido como coto San Genadio, que recorre una veta mineral asociada a las calizas devónicas desde La Chana a Peñalba de Santiago. Se trata de bolsadas de hidróxidos de hierro, básicamente hematites, goethita y limonita, que afloran en el contacto de las calizas mencionadas con las pizarras adyacentes. Pueden verse antiguas explotaciones de este mineral en la Chana, Paradela de Muces, Ferradillo (Castro de Peña del Hombre), Santa Lucia y San Adrián de Valdueza (mina Cantagallos), Montes (barranca de la mina) y Peñalba de Santiago (paraje de El Venero). Para la fusión del mineral se utilizaba carbón de urz (muy abundante por la zona) y roble, así como potentes fuelles o barquines para ganar temperatura.
Lo más leído