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Camerún y Senegal

28/12/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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Sin duda creo que la buena suerte ha puesto en mi camino a estos dos amigos desconocidos entre sí todavía a estas alturas de mi andadura vital. Tal vez los actuales renglones tocados por las navidades nos aproximen a los tres en algún momento. Quién sabe. Ojalá eso suceda. La lengua ni la raza, cuando menos, no nos distanciarán más. Lo presiento, tal presiento las nubes que emborronan el cielo arrojando lluvia este día hecho para vivir con ganas más algunos toques tristes. Como presiento un desayuno sustancioso para los niños desasistidos de su estrella, que son muchos, nacidos en la zona camerunesa o senegalesa, zonas tan vinculadas a mis dos amigos con mimo o apuntillado amor. Pues Jorge de Orueta Pemartín, universal viajero (Ghana, Filipinas, Cuba, Rusia, Camerún, Chile, entre otros lugares, han estado o están en su caminar), recuerdo, ha trabajado , vivido y convivido en Camerún como embajador de España, siempre desde la sencillez y lo solidario y ha depositado dicha, mucha, en mi vida, algo imborrable (suenan las balalaikas; la mirada litoral de Polina, mi dulce niña, no se apea de sus ojos; el rumor plateado de los abedules aguanta con estoicismo; el río Taguil graba fielmente, con orgullo, su líquida partitura en el Tura; un tanque y una locomotora hablan; el cepedano Rogelio Blanco no diserta sobre el color del agua ni la luz o su débil pulso, nos une, prosigue sin espacio, prosigue…).

Camerún. Nada más mencionar la República de Camerún compruebo como reiteradamente, sin remedio, a mi pensamiento adviene su triunfante selección de fútbol nuevamente con su destacado Samuel Eto’o del que se cuenta que dice «juego como un negro para vivir como un blanco». Pero sea esto cierto o no todos conocemos que Samu, apodado también ‘El león indomable camerunés’ o ‘El alacrán’, nacionalizado español y tantos años en nuestros equipos según hemos reflejado mientras ahora, últimamente lo hace en el Qatar SC. Y llega rápido a nuestra memoria porque junto a Yayá Touré ha sido elegido durante cuatro años el mejor jugador africano. Pero si su forma de dar al esférico resulta meritoria, laudatoria, tanto más lo es su labor social. No debemos olvidar que estamos ante una estupenda persona. Su decidida y probada solidaridad brota día a día, hora ahora. Por ello no resulta extraño que Unicef lo haya nombrado embajador de buena voluntad del Comité Español de Unicef. Su labor social dirigida a su gente en todos los campos, pero principalmente a la prevención juvenil del Sida bien lo merece. Me alcanza asimismo Yaundé, su capital, la dirección donde se ubica la embajada española, el teléfono y el fax. Sin embargo, Jorge de Orueta ya no está. Ha abandonado la embajada española en Camerún en beneficio de la chilena, segundo de la embajada española en el país de Pablo Neruda y parte de la Patagonia con Las Torres del Paine y sus espectaculares cuernos. ¡Qué maravilla!

Dejamos Camerún, país perteneciente al África Central y nos vamos a África Occidental, más en concreto a la República de Senegal donde camina, estudia, come, bebe, baila, pasea, sueña, corre, saluda, ríe, llora, reflexiona, reza, continuamente se venda un pañuelo claro a la cabeza, resaltando su negrura Nde’ye Khady Diop, estudiosa viajera a la cual conocí en León, mi ciudad, mientras realizaba su tesis doctoral África subsahariana en la novelística de Manuel Villar Raso. Un acercamiento multidisciplinar, estupendo trabajo sobre este escritor y profesor de Ólvega, Soria, viajero infatigable apasionado por África tal refleja el contenido de sus obras, incluso el título de algunas nos previene sobre ello. Ahí están, por ejemplo, África en silencio o Ser mujer en África. De su africanismo dan cuenta, además de su narrativa, la expedición organizada por él de la Universidad de Granada a tal continente y sus colaboraciones en guiones televisivos. Gracias, pues, a Nde’ye Khady a cuya tesis doctoral se le otorgó la máxima calificación del jurado del que yo misma formé parte, gracias a ella, insisto, a quien traté y con quien tomé algún que otro café en una cafetería de la calle Ordoño II me acerqué a la desconocida obra hasta entonces por mí de Villar Raso. De manera que así ahondé aún más en el asunto africano tras mi poético libro Cuaderno de África.

La república senegalesa, con capital en Dakar, es famosa no tanto por el surf, el buceo, el Lago Rosa o la miseria, la cual no afecta felizmente a Nde’ye (ojalá sucediese así a todo el pueblo senegalés) cuanto por el Rally París-Dakar, uno de los más sacrificados del mundo y el de mayor nombradía. El mismo arrancó en París, organizado por la ASO, el 26 de diciembre de 1978 con dirección a Dakar, pasando desde 1995 por otras ciudades. En el año 2008 se suspende, a petición de Francia, por el asesinato de cuatro turistas franceses en Mauritania debido al grupo terrorista Al Qaeda y ante la posibilidad de otros atentados. Desde 2009 discurre por Sudamérica: Argentina, Bolivia, Paraguay, Chile y Perú. En las últimas fechas se denomina Rally Dakar.

Camerún, Camerún, Senegal, Senegal, España, España, todo esto lo cuento a horas avanzadas, con una luz convaleciente durmiendo por mí.
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