Calor Prevacacional ‘Navidades en julio‘

Un vistazo veraniego a la comedia dirigida por Preston Sturges

Ángel Suárez Corrons
07/07/2022
 Actualizado a 07/07/2022
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Un año más nos encontramos en esta sección en la que reseñaremos algunas películas en las que el verano y el calor juegan algún papel relevante. Pero verano no es igual a vacaciones, para muchos julio es un mes que combina el trabajo en la oficina con un calor a veces ya sofocante y con la ilusión de la estación recién estrenada, el momento perfecto para ver esta comedia de 1940 titulada  ‘Navidades en julio.’

De acuerdo con José Luis Garci hay dos películas que transmiten perfectamente el ambiente del verano de barrio neoyorquino: ‘La ventana indiscreta’ –que ya comentamos en esta sección el año pasado– y ‘Navidades en julio’. Nuestro genio nacional se refería a ese escenario nocturno de los patios de las casas de vecinos de clase media o baja, al insomnio provocado por el calor, a la vida comunitaria y carente de intimidad que generan las ventanas y balcones permanentemente abiertos. Y en efecto, algo en común hay entre las dos películas, especialmente en la escena que abre la que hoy comentamos. 

El argumento de esta amable comedia de Preston Sturges se centra en la aventura que el destino les preparara a Jimmy MacDonald (Dick Powell) y Betty Casey (Ellen Drew), una típica pareja de novios de un Nueva York que aún no ha superado la crisis del 29. Se plantean iniciar una vida juntos, pero las dificultades económicas –ambos son humildes oficinistas de una gran empresa cafetera– lo hacen casi imposible. Una broma planeada por sus compañeros de oficina desencadena toda una Navidad en plena canícula para el humilde vecindario de Jimmy y Betty. Sturges utiliza este argumento para hablarnos del sueño americano, del consumismo y de la dificultad de hacer brillar el talento en aquel incipiente y castigado capitalismo en el que, como ahora, no todo el mundo tenía su oportunidad.

El humor se desarrolla a través de enredos, personajes pintorescos y diálogos brillantes, con auténticas escenas del slapstick del cine mudo, como la rebelión popular con lanzamiento de tartas, tomates y pescados. Llama la atención la presentación surrealista de la oficina en la que trabaja la pareja protagonista, copiada casi literalmente, muchos años más tarde, por Mario Monicelli en Renzo y Luciana, el cortometraje con el que participó en la preciosa película Bocaccio 70, con Fellini, Visconti y de Sica. De hecho, la mirada de Sturges sobre los personajes de la clase baja que protagonizan el filme recuerda a veces al neorrealismo italiano, salvo en la manera divertida y optimista con la que el cine americano aborda los problemas sociales, de la que Capra sería el máximo exponente.
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