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Callejero de quita y pon

22/03/2020
 Actualizado a 22/03/2020
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Hace trece años que se promulgó la Ley de Memoria Histórica, que obligaba a las administraciones públicas a la retirada de placas callejeras conmemorativas de exaltación personal o colectiva relacionadas con la sublevación militar de la Guerra Civil y la represión de la dictadura. Aún estamos con vuelta la burra al trigo. Es verdad que se quitó ya en León lo más grueso recién entrados en democracia. Nombres como Generalísimo Franco, José Antonio Primo de Ribera, General Sanjurjo, Legión Cóndor y Calvo Sotelo desaparecieron del mapa callejero leonés, exceptuando los que aún persisten en Armunia. Pero han pasado después por León gobiernos tanto del PP como del PSOE sin que se haya cumplido nada sobre el resto de vías públicas cuyos nombres están implicados.

Despertados de la modorra, se vuelve ahora a esas calles que aún vulneran la citada Ley de 2007 en su artículo 15, dejándolo en manos de especialistas en historia. Las reacciones no se han hecho esperar. Hay nombres, entre algún otro, como Capitán Cortés, Campanillas, Alcázar de Toledo, Avda. de Roma, José Mª Fernández o Alférez Provisional cuya posible mudanza está por resolver. Sin citar nombres –pues no quiero que se me infiera animadversión personal–, una exconcejala propone que se consulte a sus vecinos. Pero, por amor de Dios, ¿qué van a decir, al cabo de dos generaciones? Pues que es un fastidio por razones comerciales y personales. Sin embargo, cuando se cambió el nombre de aquellas calles con muchos más vecinos y comercios no se les pidió su parecer. Se cambiaron los nombres y, punto.

Se dice que hay dudas respecto a la calle Alcázar de Toledo y Avenida de Roma. Que si la primera se justifica por un Toledo medieval. Pero la cosa es muy sencilla. Desempólvese el acta de la sesión municipal en que se decidió inscribir su nombre y se sabrá. Respecto a la Avenida de Roma, hágase lo mismo, y se verá si fue debido a las ayudas prestadas por Benito Mussolini a los golpistas o fue otra la razón. En virtud de ello, seguirán tal cual o habrá que quitar su nombre. Proposición hubo para quitar la placa de la Avenida Álvaro López Núñez. Por ignorancia no se había reparado que su nombre estaba ya en el callejero desde 1927, como reconocimiento a la labor de ser uno de los fundadores del Instituto Nacional de Previsión; aunque don Álvaro fuera un hombre de derechas asesinado en Madrid, en 1936, junto a su hija Esther, por tipos de una checa incontrolada.

Una vez resueltos los cambios pertinentes, se plantea la decisión sobre los nombres sustitutivos. Se ha propuesto una solución que a mi juicio es descabellada. Consiste en poner exclusivamente nombre de mujeres, por su poco registro femenino en el callejero leonés, Hacerlo de modo sistemático no es de recibo. Inscríbase a aquella dama que por sus méritos lo merece. Pero, por favor, no se haga como la calle Ana Mogas, una beatificada monja catalana cuya placa está por imposición de un concejal conocido por sus pocos pelos en la chola. Me parece mucho más oportuno que los vecinos de la ciudad propongan a un comité constituido ‘ad hoc’ los nombres que les parezcan más convenientes. Yo he propuesto al Ayuntamiento por dos veces (2012 y 2015) el nombre de Enrique Salgado Gómez, un oftalmólogo que por su labor investigadora y profesional en su clínica de Barcelona alcanzó fama internacional, siendo además autor de una docena de libros. Sus ojos vieron en León por primera vez la luz y luego dedicó mucho tiempo, saber y esfuerzo para que otros ojos pudiesen ver mejor. Pues, bien, ni puto caso.
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