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Calderero, sastre...

12/05/2022
 Actualizado a 12/05/2022
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¿Es el enemigo?, ¿qué si piensan atacar hoy? Ya..., que no saben; bueno, si lo hacen que no sea a la hora de la siesta, que tenemos a uno que no durmió anoche porque le dolían las muelas. Vale, pues quedamos así». Gila inmortal, ayer, hoy y siempre. Debería ser obligatorio en todas las escuelas una asignatura en la que se obligase a los alumnos a escuchar sus chistes. Puro surrealismo, que, por lo visto, es el adjetivo que mejor define a nuestro tiempo. Gila nos mostraba la estupidez de la condición humana cada vez que abría la boca, pero no lo hacía con saña, con odio, sino con amabilidad y comprensión a nuestras flaquezas. Las llamadas telefónicas al «enemigo» que improvisaba en cada actuación suya deberían ser las que se hiciesen, en la vida real, los rusos y los ucranianos; los yemeníes y los saudíes; los hutus y los tutsis...; a lo mejor, de producirse realmente, no tendríamos que lamentar tantas muertes de gente inocente.

La guerra...; según algunos, la forma de continuar la política de otra manera. La guerra, jinete del apocalipsis primordial, que está entre nosotros desde que nuestros ancestros primigenios descubrieron que con un hueso, con un palo, podía hacer más daño que con las manos a su antagonista. (’2001, una odisea en el espacio’). La guerra, hecatombe que ha llevó a la muerte, en el siglo pasado, a más de cien millones de seres humanos.

En la guerra que nos preocupa, la de Ucrania, no se respetan ni siquiera sus reglas. Es mucho el odio que se tienen rusos y ucranianos y así les va.

Que los ucranianos son una banda de fascistas, herederos de aquel criminal que fue Bandera, es innegable. A los componentes del batallón Azov sólo les falta mostrarse en televisión haciendo el saludo romano para ser igual que los nazis o los fascistas. Pero a occidente le da igual...; lo importante para los americanos, los británicos, los franceses o los holandeses, es que son «luchadores por la libertad». Igualitos a los muyahidines afganos a los que dimos todo y más para combatir a los rojos y que luego se volvieron en nuestra contra causando el terror en Nueva York, Madrid, Londres o París. ¿En serio? Occidente les suministra armas, inteligencia y apoyo porque luchan contra los rusos, un pueblo a extinguir; para unos, fascistas de manual; para otros, comunistas herederos de las peores tropelías de Stalin. Uno está harto de observar que la historia siempre se repite. Y que no aprendemos nada de ella ni a tiros, nunca mejor dicho.

Mientras el mundo se va a la mierda a la velocidad de la luz, aquí en España nos entretenemos con cuentos de porteras. En todos los pueblos, incluido el mío, hay varios cuzos que se tienen que enterar de todo lo que pasa porque si no se aburren y no tienen en nada en que pensar. Siempre es mejor preocuparse de los males ajenos que de los de uno. Ya dice la Biblia eso de la paja en el ojo ajeno y la viga en el suyo... «Calderero, sastre, soldado y espía»... Debe de ser muy aburrido, digan lo que digan en las películas, ser espía. Estar al tanto de toda la vida del ‘enemigo’, saber lo que come, lo que bebe, con quién folla, a qué hora lo hace, es, como mínimo, deprimente; porque todas las vidas son igual de monótonas, igual de lineales, igual de aburridas... Saber lo que hablan y lo que piensan los independentistas catalanes también lo es. No entiendo el afán de espiar sus móviles, cuando sólo hace falta seguir sus ruedas de prensa o sus intervenciones en el parlamento para saber de qué pata cojean. Es, sin duda alguna, tiempo y dinero perdido. Como enterarse de los secretos que guarda el móvil del presidente del Gobierno... Con lo escaso que anda de luces en el caletre, uno se puede hacer una idea, sin hurgar en su teléfono, de las tonterías que escribe en sus redes o en su Whatsapp. Este es el país de ‘Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio’ y el presidente su más genuino representante.

Es insólito que, con la que está cayendo, llevemos más de dos semanas soportando esta matraca cada vez que leemos un periódico o vemos los telediarios. Da igual que sigan muriendo gente a mansalva por culpa del Covid, ese bicho al que hemos derrotado ¿cuántas?, ¿seis veces? Es igual de insólito que la luz esté por las nubes, que llenar el depósito del coche sea un acto heroico, que la cesta de la compra suba y suba su precio hasta llegar a conseguir que la gente llegue a pasar hambre... Lo importante es descubrir quién pinchó los móviles de toda esta banda de tarugos que nos mal gobiernan.

Tengo un conocido, rojo como un tomate, que está dispuesto a votar a Vox en las próximas elecciones. ¿Su excusa? Quiere que se vaya todo a la mierda y esta gente lo conseguirá... Salud y anarquía.
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