Calabuig: "Esta pandemia es una llamada de atención, hay que buscar el equilibrio"

El director de la Facultad de Ciencias Biológicas de la ULE reclama más control sobre la actividad “cultural” asiática de alimentarse de animales silvestres

Juan López (Ical)
25/04/2020
 Actualizado a 25/04/2020
El salmantino Estanislao Luis Calabuig, director de Biológicas en la ULE. | ICAL
El salmantino Estanislao Luis Calabuig, director de Biológicas en la ULE. | ICAL
“Si ahora nos hemos dado cuenta de que esta pandemia va a producir un gran impacto económico, no debemos resolver el problema multiplicando las acciones de tipo industrial, que desarrollen mucho más la economía, porque el efecto rebote sería muchísimo peor”. El catedrático y director de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de León, Estanislao Luis Calabuig (Sobradillo, Salamanca, 20-11-1949), advierte de que el Covid-19 debe hacer reflexionar a la sociedad en su conjunto y aprender una lección: “Conseguir un equilibrio que deje más libre la protección y desarrollo de la naturaleza y descender la presión sobre los ecosistemas”. Premio Castilla y León de Protección de Medio Ambiente 2004, advierte de que la respuesta tecnológica y científica a la pandemia no puede encontrar la “solución inmediatamente” y lamenta que las administraciones se dan cuenta de la importancia de la investigación cuando el problema está encima: “Solo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena”.

Desde el punto de vista ambiental, ¿cómo está afectando la crisis sanitaria y el confinamiento humano?

Hay que resaltar que en los estudios de ecología global ya se maneja históricamente la existencia de pandemias, puesto que la respuesta a las enfermedades por parte del hombre es una característica propia de la especie humana por esa gran capacidad de conexión a nivel global del planeta. De tal manera que las enfermedades contagiosas se extienden rápido. Pero por otra parte, ese aspecto de conexión veloz, como el del Covid-19, tiene un componente también asociado al humano, que es el desarrollo cultural, que en este caso es el valor de la tecnología. Siendo muy positivos, los conocimientos que evolucionan rápido pueden convertirse a su vez en un enemigo. Nos fiamos tanto de la tecnología que suponemos que cualquier problema puede ser resuelto desde este punto de vista. Pero la respuesta tecnológica, que es reactiva -responder cuando aparece el problema-, no puede encontrar la solución inmediatamente. Bien es verdad que existen conocimientos del comportamiento de sus familiares (SARS-CoV-1), pero los virus, como las personas, son distintos. De tal manera que esa respuesta rápida no se encuentra y hay que dar tiempo.

¿Nos está avisando de algo la naturaleza?

Para empezar, no hay más que ver el resultado del aislamiento social y confinamiento en los diferentes países, que ha conllevado una caída drástica del uso del transporte mundial, lo que está ligado a una menor utilización de combustibles. A la larga, lógicamente, determina en una caída de contaminantes atmosféricos, de aguas y suelos, como se está comprobando en estas semanas. La presión sobre los elementos de la fauna silvestre queda frenado. El impacto sobre la cuestión ambiental es positivo. Pero encontramos un dilema. ¿Deberíamos hacer ver a la especie humana que para corregir los problemas ambientales es necesario que ocurran impactos sanitarios tan fuertes y extraordinarios como el que estamos teniendo, incluso con tantas pérdidas humanas? Es muy lamentable, pero este escenario es una llamada de atención al ser humano. Si conseguimos un equilibrio que deje más libre la protección y desarrollo de la naturaleza y un descenso en la presión sobre los ecosistemas, seguramente conseguiríamos una salud a nivel mundial mucho mejor. Esa es la lección que debemos concluir con esta pandemia. Si mantenemos una naturaleza, biodiversidad y ecosistemas más saludables y con un desarrollo más pleno, la salud de la Humanidad y sus poblaciones se verán muy favorecidos.

¿Qué le está pasando a los animales silvestres? ¿Simplemente están regresando al lugar que les corresponde cuando entran en zonas urbanas?

Si yo fuera un animal reaccionaría de la misma manera. Cuando llegan a un ambiente que no les es propicio, aceptable o agradable por la presencia humana, lo que hacen es no entrar porque se asustan. Ahora las calles están vacías y estos animales no perciben el mismo peligro, que es fundamentalmente la presión humana, que cada vez es mayor sobre ellos. Por eso vemos especies paseando por avenidas por donde habitualmente circulan coches. De golpe está vacío y van penetrando poco a poco y luego no saben como salir y se dedican a correr asustados buscando su salida. Es una respuesta de la propia naturaleza, como ha sucedido en Chernobyl, donde lentamente se ven animales y diversidad de vegetación cuando con el alto nivel de radiactividad esto parecía imposible. La naturaleza es mucho más sabia de lo que pensamos. Pero tiene un límite, no podemos imaginar hacer lo que queramos por el simple pensamiento de que lo va a resolver la naturaleza; no podemos abusar porque puede salir el tiro por la culata.

¿Qué opinión le merecen los mercados de animales vivos y crudos de China?

Es una actividad cultural y muy típica del continente asiático. Puede ser una alarma, una luz roja que se ha encendido y que requiere de mucho más control. También tiene que ver con la presión humana sobre los animales, de donde se obtienen productos alimenticios poco frecuentes en esta zona del mundo, que tienen probabilidades de contagio mucho mayor. Determinadas actuaciones de tipo cultural son bastante peligrosas en este ámbito y están jugando con fuego, entre otras cosas porque nos estamos metiendo en su terreno. Son animales salvajes y estamos llegando a ellos para obtener una alimentación que desde hace millones de años hemos resuelto de otra forma más amigable, dentro de nuestras posibilidades. Se necesita más control para este tipo de culturas, porque pueden llevar a catástrofes mundiales.

Desde el punto de vista ecológico, ¿qué se puede aportar para superar esta crisis sanitaria?

La lección que tenemos que aprender y después aplicar es que las tres patas que sustentan el desarrollo sostenible: social, económica y ambiental o ecológica, tienen que estar perfectamente equilibradas. En este caso, la respuesta a la extensión de una enfermedad a la especie humana, provocada por una mala actuación desde el punto de vista ambiental, no puede ser nunca llevada únicamente por una cuestión económica. Si ahora nos hemos dado cuenta de que esta pandemia va a producir un gran impacto, no debemos responder con tratar de resolver el problema multiplicando las acciones de tipo industrial que desarrollen mucho más la economía, porque el efecto rebote sería muchísimo peor. Debemos de aprender y hay que ser sensatos para llevar a cabo un desarrollo social protegiendo la naturaleza pero que al mismo tiempo provoque un desarrollo paulatino desde el punto de vista económico, sin afectar a los otros dos elementos de la sostenibilidad. Ese triángulo hay que mantenerlo. Las cuestiones de salud tienen que ser únicas: una sola salud, la de las personas, de los animales, de las plantas, de los ecosistemas y, en general, del planeta.

Se habla de que esta crisis debe suponer un cambio en la sociedad española. ¿Qué le parece esa afirmación y en qué punto cree que eso sucederá?

Desde el punto de vista humano es una respuesta sociológica que ya ha sido estudiada por expertos que trabajan en estos temas. Está provocado por la preocupación producida por un impacto concreto que causa un efecto en el pensamiento de la especie humana, principalmente en la clase política, que tiene en su mano establecer estas reglas de juego. Si esta respuesta es para un caso específico puede ser que en poco tiempo se olvide y vuelva a cerrarse el ciclo. Nos volvemos a olvidar, aparece otra, nos volvemos a preocupar, a surgir y así sucesivamente. Este tipo de actuación es muy similar cuando ocurre una sequía: la gente, los medios de comunicación, los responsables de la administración se fijan en que no hay agua, los embalses bajan a niveles alarmantes, problemas de desabastecimiento; y empieza la preocupación social de que hay que hacer más pantanos, ahorrar más agua, aumentar el precio para gastar menos… y cuando se está planteando cómo se acuerda todo eso, llegan las lluvias, se llenan las reservas y se olvida todo. Y volvemos a empezar otra vez. Corremos el riesgo de que eso pase con esta pandemia. Hay que analizar las causas que han provocado esta situación y escuchando a científicos y especialistas: no se puede resolver la cuestión sanitaria ahora y ya mismo diciendo que nos falta de todo, ni tampoco podemos pretender que dentro de dos o tres meses vayamos a tener 50 millones de mascarillas en un almacén que no volvamos a utilizar. Tenemos que tener el suficiente control y criterio para tener un autoabastecimiento de lo imprescindible, que no significa un exceso.

¿Teme que cuando el confinamiento finalice haya una salida masiva y descontrolada hacia el medio rural?

Habría que saber qué parte de la población está afectada o en qué porcentaje estamos inmunizados. Se estima que si ha estado contagiado el 15-20 por ciento de la población de forma seria, prácticamente estaríamos bastante bien dispuestos a evitar el desastre. Todas las pandemias tienen un pico máximo. Y puede haber pequeños picos hasta que se obtenga la vacuna. Algunos especialistas señalan que el covid-19 puede mantenerse en los tejidos humanos hasta 40 días. Por eso debemos tener precaución y cuando el estado de alarma finalice no podemos salir todos de golpe, ir a los estadios de fútbol, a un concierto o a las fiestas del pueblo. Sería un error que dejáramos aparecer una segunda oleada de este tsunami de infecciones. Y cuanto más prolongado en el tiempo sea el aislamiento social, mejor, aunque sea fuerte decirlo. Pero no tiene por que ser obligado, sino también voluntario. Se pueden anular charlas, reuniones, fomentar teletrabajo...

El decreto de alarma permite el control de poblaciones de jabalí y conejo cuando está justificado por daños a la agricultura, ¿existe riesgo de incremento de estas especies durante el confinamiento?

Si no hay un control la población responde y habrá más individuos. Tienen la opción de reproducirse y son más visible porque tienen más confianza al no visualizar al ser humano. No significa que haya que salir a matar a todo bicho viviente porque haya entrado en una huerta. No hay que responder de forma 'acción-reacción' rápidamente. A algunas especies les vendrá bien haber mejorado sus poblaciones. Si reducimos la biodiversidad el impacto también nos lo producimos a nosotros.

En las últimas semanas, parece que la exigencia sobre los grupos de investigación es más intensa por encontrar la vacuna contra el covid-19 cuanto antes...

Solo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena. El problema es que ahora hay excesiva intensidad en un tema muy concreto y cuando se solucione puntualmente se olvidará la investigación de nuevo. Esto pasa muchas veces pero somos un sector algo desprendido. Sin embargo, de las tres patas que conforman la sostenibilidad fundamentalmente es la económica la que prima. Cuando esta investigación para la vacuna del Covid-19 no tenga beneficios económicos se olvidará, como pasó con el SARS 1. Como no llegó a producir un impacto muy grande, cuando se controló, ahí quedó. Ahora les han empezado a exigir a los grupos científicos que trabajaron entonces. Y éstos les contestan que les cortaron la financiación y no se pudo avanzar. Vamos a golpe de exigencia económica.

¿Puede estar la sociedad tranquila ante los nuevos tiempos que se avecinan con esta crisis? ¿Qué mensaje lanzaría?

Aprender de esta lección. Ser conscientes de que somos una especie con un efecto muy importante sobre la naturaleza, que tiene sus limitaciones. En ese juego de equilibrio encontraremos la posibilidad de una evolución humana y desarrollo sostenible en el puro y esencial sentido de la palabra.
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