Cal y arena

01/03/2018
 Actualizado a 08/09/2019
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Los acontecimientos de la semana pasada han vuelto a avivar un fuego que resulta ser más peligroso cada día y sobre la mesa la libertad de expresión. El verdadero peso de la ley debe recaer sobre aquellos que infringen o vulneran leyes de manera sistemática, ya por costumbre, pensando que están muy por encima de las mismas. Los músicos condenados, el último, Valtonyc con tres años y seis meses son condenas que no deberían ni siquiera plantearse, una multa debería ser suficiente. Claro está, que el derecho a la libertad de expresión parece estar más omnipresente que nunca, pero no debemos olvidarnos que por encima está el derecho al honor y no podemos faltar al mismo. Las redes sociales son también un punto de encuentro para aquellos que confunden la libertad de expresión con la vulneración al derecho al honor, podemos expresarnos todo lo que queramos, pero lanzar creyendo que somos impunes, amenazas, insultos o calumnias hay un trecho. Ahora bien, hay un terreno que siempre fue distinto a todos los demás, el arte. El uso de las manifestaciones artísticas para reivindicar o exponer tus creencias siempre ha sido un espacio de libertad de expresión, eso sí, bien usado. Nunca he visto en una galería o en un museo insultos, ni amenazas, ni mucho menos calumnias, ni falacias, por ese mismo motivo la retirada de la obra de Santiago Sierra no tiene justificación alguna, puede no gustarte la obra, yo no considero que sean presos políticos, pero si el artista así lo considera es su opinión, tan válida como la de otros. En el mundo del arte no es la primera vez que se recurre a un tema delicado para llamar la atención y si nos retiran la obra, mejor. Desde mi punto de vista una de tantas artimañas cuyo fin no es otro para que suene mi nombre. Muy poco se ha hablado sobre las consecuencias de la retirada de la obra, el artista ya tiene dos exposiciones programadas, una en el Museo de Lérida y otra en el CCCB, por supuesto la obra ya está comprada, por una cantidad nada despreciable, 80.000 €. Pero esto ya no interesa, porque lo que de verdad gusta, es el morbo, la polémica y el tener algo para hablar durante unos días. El mejor ejercicio de libertad de expresión que he visto durante mucho tiempo, es la carta que nos ha dejado Forges en el medio Expansión, que les invito a que la lean y entre sus líneas, "hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos, los únicos que votamos en las elecciones".
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