27/06/2017
 Actualizado a 14/09/2019
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Hace unos días recibí una carta de una organización leonesa. Me refería el deseo de un niño con cáncer de formar parte del libro Guinness de los récords consiguiendo la carta en cadena más larga del mundo. A tal efecto me invitaba a reenviar la carta a diez empresas, autoridades locales, escuelas o universidades; y me adjuntaba copias de las que a su vez habían franqueado una veintena de ayuntamientos, diputaciones, organismos autonómicos, colegios, institutos, universidades y mandos superiores de las fuerzas del orden público. Todas ellas detallaban las diez instituciones o autoridades a las que se habían dirigido con el triste y fútil deseo de un niño con cáncer.

Tras leerla solo vi un problema: que no había tal carta del niño con cáncer. Todas y cada una de las instituciones se limitaban a redactar un escrito propio en el que reproducían las palabras de la carta que habían recibido y se avenían a repetir el conjuro señalando a otras diez personas que desde ese momento se verían en la disyuntiva de elegir entre vencer a la superstición o dejarse arrastrar por la corriente y evitar así la mala conciencia que siempre provoca la insensibilidad con los deseos de un niño con cáncer.

El libro Guinness de los récords nunca podrá saber cuántas cartas de este tipo se han podido enviar. En ningún lugar figura la identidad del niño, dónde empezó la cadena, ni se establece ningún mecanismo de control para que una de las organizaciones más mencionadas en los bulos de la red pueda satisfacer el sueño de un niño con cáncer, e incluir así su nombre en el famoso libro.

Es fácil dejarse llevar por una cadena de este tipo. No exige gran cosa: escribir diez cartas, franquearlas, depositarlas en un buzón...Nada demasiado severo teniendo en cuenta el deseo de un niño con cáncer. Con la mayoría de las cadenas que llenan el mundo pasa algo parecido. Siempre son pequeñas cosas intrascendentes, minúsculas cuestiones que por sí mismas no parecen decidir nada. Por ello somos condescendientes. Pero todas juntas hacen una enorme y poderosa cadena.
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