17/03/2019
 Actualizado a 11/09/2019
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El ruido es algo que puede molestar mucho. Que se instala en el cerebro y no permite la coexistencia con nada más allá adentro. Durante las horas de sueño es desesperante para los que no pueden abstraerse de él. Los que necesitan tapones incluso para conseguir la cancelación del ruido blanco del viento o la lluvia. Gracias a dios no todo el mundo sufre dicha sensibilidad. Hay quien dormiría como un ceporro aunque se estuviese celebrando la espicha de Industriales debajo de su colchón.

Durante la vigilia también, sobre todo a la hora de concentrarse, es importante la ausencia de ruido y de sonidos significativos. Para concentrarse se ha de escuchar el monologo interior, la conciencia. Y digo el monólogo, no la orquesta sinfónica de sonidos estomacales o intestinales que se nos aparecen amplificados de una manera tan hiperrealista. Qué cosa esta que sucede con todos los sonidos no verbales que surgen en el interior del cuerpo aunque sean provocados por agentes externos. La fresadora del dentista perforando tus muelas como si fuese la tuneladora de la variante de Pajares produce asimismo ese musicón. Somos cajas de resonancia. Qué le vamos a hacer si tenemos el cuerpo lleno de oquedades.

Pero aclaremos, concentrarse no es lo mismo que hacer burbuja. Esto es, aislarse voluntariamente del mundo mientras se va por la calle o se disfruta de cualquier sitio público. Es una especie de autismo voluntario que nos distancia del mundo. Que cada uno haga lo que le de la gana pero a mí que me permitan saber si con quien me cruzo va en su burbuja o comparte el mundo conmigo, porque puede suponer un peligro. De choque frontal, por ejemplo.

Quedaba de sobra de claro cuando veías a la gente con esos pedazo de auriculares Beats como los de los futbolistas llegando al estadio. Pero es mucho más difícil de averiguar ahora que se estilan los Airpods o similares. Veías a la legua a la gente con los enormes cascos de dj y ya te hacías idea de que iba en su película. Pero a quien lleva esos pequeños audífonos que, a mayores seguro que incluyen la tecnología de cancelación activa de ruido, no se los distingue a más de cinco o seis metros de distancia. Celebremos que los fabrican blancos y no de color carne como el sonotone o la ropa interior más sexy. Porque si así fuese entonces sí que podrían pasar completamente desapercibidos y el nivel de riesgo al cruzarte con sus usuarios aumentaría exponencialmente.
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