Buena moza, justasmé

19/06/2018
 Actualizado a 11/09/2019
Guardar
Unos treinta años habrán sumado ya aquellas carcajadas de niñas de discoteca subrayando expresiones payasas de aquellos hijos de la cerveza que se acercaban a la barra amarrados a un fajo de billetes que dejaban ver sin pudor no sé con qué fin. Y ensalivando el flequillo repeinado con colonia barata simulábamos que te espetaba eso de «Buena moza justasmé, quies que andemos. Escena de machismo básico retocado que llenaba nuestros ratitos de gracia. Aquello que parecía sacado de un chiste de Jaimito se mantiene vivo y ya no es tan divertido. Se ha reconvertido en escenarios concretos que unos aplauden y otros critican. El trato y el apremio con chispa remata en violencia de género o en quien tacha de feminazis a quienes piden denostar esas situaciones para otros enmarcadas en una normalidad igualitaria. No lo está cuando compramos espectáculos de carne y pensamos que está en la libertad del que la vende hacerlo posible, ni cuando el tipo del fajo de billetes se cree que el de 50 da derecho a una palmadita en el culete. Estamos en el mismo punto del justasmé, esperando que algo progrese al hablar en alto de paridad o de miembras... Y a la par, nos da igual asumir como plausible que enseñar un pezón sea un negocio para una mujer gratificante y elegido. Tal vez hemos perdido una batalla que se nos metió debajo de la alfombra sin darnos cuenta para no dejarse ver y por encima tatuamos la igualdad como meta mezclada con una modernidad aún agrietada. Y no, el justasmé nunca pasó de estupidez.
Lo más leído