Bucarest 35 - Abanca 30: 'Cañonazos y estacazos ganan la guerra'

El Ademar se queda sin margen de error en Europa al perder el partido y el golaveraje con un Dinamo tremendamente duro y muy efectivo desde nueve metros

Jesús Coca Aguilera
08/11/2018
 Actualizado a 17/09/2019
Mario López, el mejor del Ademar, intenta superar a Missaoui. | JAVIER QUINTANA
Mario López, el mejor del Ademar, intenta superar a Missaoui. | JAVIER QUINTANA
Nadie dijo que fuera a ser fácil. Pero dada la igualdad del Grupo y el hecho de que haya dos equipos desahuciados, el margen de error para clasificarse es más pequeño que nunca. Y el poco que le quedaba al Abanca Ademar se lo dejó en Rumanía, obligándose salvo carambolas a puntuar en Polonia ante el gran ‘coco’ y ganar a Cocks y Elverum para seguir adelante en la Liga de Campeones.

Y es que el Dinamo de Bucarest le ganó el partido y recuperó el golaveraje a los leoneses tras derrotarles por 35-30 en un partido en el que marcó la diferencia la tremenda efectividad desde nueve metros de los rumanos, que convirtieron el choque en una batalla al imprimir un enorme nivel de dureza.

El partido fue una guerra y los locales se la llevaron a base de cañonazos y estacazos, dejando sin opciones a un Ademar que pagó el mal inicio de las dos mitades y llegó sin opciones de puntuar a los minutos finales.

No sólo no funcionó esta vez la portería, sino que Slavic se lesionó y acabó con un dedo de la mano entablillado ¿En defensa? Ni funcionó el 6-0, con Ligetvari muy gris y Carou lejos de su mejor imagen; ni la portería, donde hasta ahora alguien siempre brillaba y esta vez Guijosa tuvo que hacer hasta cuatro cambios, siendo además el último obligado por lesión de Slavic en un dedo de la mano que tuvo que ser entablillado en el banquillo.

¿Y en ataque? Sólo marcaron con regularidad los extremos, con Mario López espectacular con varios golazos imposibles y máxima efectividad, y Jaimehaciendo 5 y yendo de más a menos en el avanzado al acabar fundido. Por lo que respecta al resto, ni se encontró al pivote para que hiciera daño, ni nadie en la primera línea tuvo regularidad, siendo las penetraciones de Rodrigo y las individualidades de Acacio las que más daño hicieron.

El Bucarest marcó 13 goles en los primeros 17 minutos, todos desde nueve metros y siete de ellos de Bannour Con ese panorama, el resultado era esperable. Y poco tardó en verse por donde irían los tiros. De hecho, en 17 minutos de juego, el Dinamo de Bucarest había hecho 13 goles, todos ellos con ‘zambombazos’ desde nueve metros y llevando siete de ellos la firma de Bannour (que acabó con 11), y mandaba ya de cinco goles (13-8) en el marcador.

Una situación peliaguda de la que logró salir el Abanca Ademar. Lo hizo con la salida de Slavic pero, sobre todo, con el cambio a defensa 5-1, la cual frenó el vendaval ofensivo de un conjunto rumano al que dejaban siete largos minutos sin anotar y endosaban un parcial de 0-4 que devolvía la igualdad (13-12).

Aprovechaban los de Guijosa las superioridades que, aunque en menor medida de lo merecido, la violencia defensiva del Bucarest provocaba, ganando 0-2 las que tuvo en la primera mitad; pero en el último minuto dos goles seguidos de Bannour y Szasz les hacían irse tres abajo (18-15) al descanso.

Lo más difícil parecía hecho. Recuperar el terreno perdido y volver a ponerse a tiro. Y sin embargo, en el arranque de la segunda parte, todo el trabajo se tiró por tierra y la renta volvió a crecer, esta vez de forma definitiva.

Los problemas eran en defensa, no en ataque, pero tras el paso por vestuarios el Ademar tardaba cinco larguísimos minutos en ver puerta. Hasta que Jaime, con un golazo de cadera desde el centro, superaba a Missaoui, las pérdidas se habían sucedido y el Bucarest lo aprovechaba para alargar contando el final de la primera parte a 5-0 su parcial y coger su máxima diferencia (22-16).

Un parcial de 5-0 puso 22-16 a los rumanos en minuto 35. El Ademar ya nunca volvió a bajar de cuatro la diferencia Nunca pasarían en todo el partido de ellos, pero de ahí al final tampoco conseguiría bajar ya nunca el Ademar por debajo de los cuatro a los que llegó en varias ocasiones. De hecho, entre el 24-20 y el 28-24, hubo un intercambio de goles. Pero no pudo dar un paso más. O los cañonazos de Sandru, que se salía desde el banquillo haciendo que lo que se antojaba un grave problema, la lesión de Alouini en el arranque de la segunda mitad, quedara en nada. O los rechaces que siempre iban a manos rumanas en sus pocos fallos.Algo siempre pasaba para cortar por completo la reacción.

¿El último intento? Fue con 31-27 a siete minutos para el final. Sólo quedaba esa bala. Y el Ademar atacó para colocarse a tres e intentar meter el miedo en el cuerpo a un Bucarest que ya se veía con el partido en el bolsillo, pero una pérdida de Rodrigo y una parada a Acacio eran contestadas con dos ‘trallazos’ de Bannour y Kogomorov para sentenciar definitivamente el choque.

El Bucarest seguía intratable en casa y volvía a ganar. Nada está perdido, sólo un poco más complicado.
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