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Bozal para un antisistema

20/07/2020
 Actualizado a 20/07/2020
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La obligación de llevar mascarilla por la calle, como todos los deberes a los que nos tenemos que enfrentar cada día como personas individuales dentro de una sociedad, tiene su tropa de antisistema. Lo mismo que ocurrió hace unos años con la imposición del cinturón de seguridad en el coche o la necesidad de poner el casco cuando vamos en la moto que en su día se concibieron como una buena medida por nuestra seguridad y se sancionaba económicamente el no usarlos pero todavía hay muchos que pasan del tema.

Aunque le esté comparando lo de la mascarilla y los antisistema incapaces de ponerse el bozal con el ejemplo del casco y el cinturón de seguridad, aunque el fondo de velar por la seguridad de las personas sea el mismo hay una cuestión bien distinta. Y es que al fin y al cabo, con el ejemplo del casco y el cinturón del coche, si el que va conduciendo se la pega y va sin protegerse adecuadamente, pues ya me entiende…

Pero con el caso de los que no se ponen mascarilla (o los que la llevan con una válvula de esas que echan todo para fuera y afortunadamente ya están prohibidas en muchos espacios) el tema es bien distinto. Más que nada porque su egoísmo y su imbecilidad suponen un peligro para los que tienen la mala suerte de cruzarse con él. O con ella, que dirían los progres para que no se excluya a nadie por el uso del lenguaje.

Con la espada de Damocles colgando sobre mucha gente preocupada y una panda de insensatos, cuando parece que con el calor ya nos olvidamos de los tres meses de encierro y de tanto sufrimiento, desde el sábado no hay lugar a la libre elección de si taparse la boca o dejar que salga por ella todo lo que quiera el antisistema que antepone su comodidad a la seguridad de la gente con la que se cruza por la calle. Como si los demás lleváramos la boca tapada por gusto… Y esto vale en todos los sentidos.
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