05/11/2019
 Actualizado a 05/11/2019
Guardar
Espero que nadie corrija mi ortografía. Botar con los pies se escribe con ‘b’. Significa dar saltos o también expulsar a alguien dándole una patada. Lo emplean mucho los gallegos. Otra cosa es votar con la cabeza. Eso es lo que muchos intentamos hacer de cara al próximo domingo. Por cierto, que al escribir estas líneas aún no se ha celebrado el esperado debate. En nuestro caso da lo mismo, no solo porque los argumentos para votar a uno o a otro no dependen de lo que vayan a decir en una tertulia en la que pueden estar más o menos afortunados, sino que es fruto de una reflexión serena. Y, por supuesto, el debate no va a tener ninguna influencia en los que ya hemos votado por correo.

Pero, además, las palabras las lleva viento. En algunos casos son simplemente humo. Y de nuevo volvemos al verbo botar, del que procede la palabra botafumeiro. Pero también hay personas en las que no influyen para nada los debates, ni siquiera los hechos, pues son de ideas fijas y votan más con el corazón que con la cabeza.

Tampoco faltan los que dicen que ni votan ni botan, es decir, los que dicen que ni eligen a nadie ni echan a nadie. Porque unas veces se trata de poder elegir al que creemos mejor o menos malo y otras de quitarle el poder al que creemos que lo está haciendo mal. Pues bien, nos llama la atención la ingenuidad de aquellos que dicen que se abstienen, y además se lo creen. En esto de las elecciones nada es indiferente y toda actuación u omisión tiene sus consecuencias. Así por ejemplo con mi abstención o con mi voto en blanco o nulo siempre voy a favorecer o a hacer daño a alguien. Otra cosa es que se piense que da lo mismo que gobiernen unos que otros. Lo cual tampoco es cierto. Nadie es perfecto, pero siempre hay quienes son un poco menos malos.

Debería saber también el votante que tiene la intención de elegir al mejor o al menos malo que sus votos pueden resultar inútiles o quedar perdidos. Eso sucede cuando se elige a alguien que por bueno que sea sabes que no va a tener los votos suficientes. Por supuesto que cada uno es libre de votar a quien quiera, aunque tenga la seguridad, de que va a ser perdedor, pero desde un punto de vista práctico puede equivaler a dar el voto a alguien no deseado. De ahí la importancia de utilizar la cabeza.

Finalmente es preciso decir que todos los votos son iguales en cuanto que tiene el mismo valor el voto de un sabio que el de un tonto. Es la grandeza y la perdición de la democracia. Tiene el mismo efecto el voto de una persona sensata y reflexiva que el de un botarate.
Lo más leído