Borregada municipal, inquietante nombre para una gran fiesta

Todos los vecinos del municipio de Cármenes estuvieron este sábado invitados a una cena comunal que mantiene una vieja tradición de inquietante nombre: La Borregada

Fulgencio Fernández
02/10/2022
 Actualizado a 02/10/2022
Todos los vecinos del ayuntamiento se reúnen para comer ‘la borrega’. Imagen de la última celebrada antes de la pandemia, en 2019.  | ASOCIACIÓN CULTURAL
Todos los vecinos del ayuntamiento se reúnen para comer ‘la borrega’. Imagen de la última celebrada antes de la pandemia, en 2019. | ASOCIACIÓN CULTURAL
La idea es impecable: invitar a todos los vecinos del municipio (y veraneantes) a una cena comunal de cordero y morcilla; la fiesta es una de las más esperadas del calendario y además rematada por un baile. Se celebró este sábado en uno de los lugares en los que aún se realiza, el Ayuntamiento de Cármenes, con numerosa asistencia de vecinos, como es costumbre, lo que no evita la broma de algún presidente: «No sé dónde están todos estos vecinos que vienen hoy a cenar cuando toco a hacendera».

Lo que suele llamar la atención de las gentes que estos días atraviesan la comarca son los carteles de la ‘Borregada Municipal’, un nombre ciertamente inquietante, aunque se tranquiliza el personal cuando sabe lo que esconde.

Alguna ventaja tendría que tener eso de la España Vaciada, la despoblación y similares. Este pequeño municipio de la montaña puede permitirse invitar a todos, reunirse en la carpa que ya se ha instalado y servirá dentro de unos días para colocar los puestos de la Feria Tradicional que se celebra el día 9 y de la que esta borregada es el ‘prólogo’.

Al margen de la celebración de la reunión de vecinos, de comer la borrega... recrea esta reunión una vieja tradición de cuando los puertos para pastos eran alquilados a rebaños trashumantes o trasterminantes que buscaban el frescor de los pastos altos. Al margen del acuerdo económico por los puertos, que ya era una fuente de ingresos para las Juntas Vecinales, se entendía que al abandonar los puertos en otoño, cuando la amenaza de la nieve se asomaba en el horizonte, regalaban al pueblo que los había acogido unas ‘borregas’ para que sus vecinos las pudieran comer reunidos.

Comer la borrega’ se llamaba en la mayoría de los numerosos pueblos que festejaronesta buena costumbre entre gastronómica y de buena vecindad. De ahí saltó a la borregada municipal, que inquieta pero, ironiza el alcalde, «no te preocupes, que no se va a borrar nadie por culpa del nombre». La verdad, no lo parecía.
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