Secundino Llorente

Bolonia cumple 20 años

02/01/2020
 Actualizado a 02/01/2020
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Bolonia es una bella ciudad italiana, capital de la Emilia Romagna, con 400.000 habitantes y emplazada en la ladera de los Apeninos, en el extremo sur de la llanura del Po. Hasta el S. XXI era una ciudad turística más en el circuito de Venecia a Rávena o Rímini antes de recalar en Florencia. Pero en el año 1999 se reunieron allí varios ministros de educación europeos para firmar un documento que revolucionó la formación universitaria. Esta reunión no fue allí por casualidad sino porque Bolonia cuenta con la universidad más antigua y célebre de Europa por la que pasaron eminencias y figuras ilustres como Copérnico, Petrarca o Dante Aligieri. Bolonia será la sede protagonista de este ambicioso evento que pretendía modernizar la universidad europea y al que se dio el nombre de ‘Declaración de Bolonia’. En el año 1999 lo pactaron veintinueve países, pero hoy ya son cuarenta y ocho los firmantes del Plan.

¿Qué pretendía este Plan Bolonia? En mis años de universidad la queja más repetida era que no existía ninguna relación entre las enseñanzas de la universidad y las necesidades del mundo de trabajo. Ese era el gran propósito de Bolonia, dar respuesta a esa eterna queja. ¡Qué idea tan maravillosa! Yo lo veía casi como un milagro lograr alinear la universidad con el mundo empresarial para que todos los estudiantes al finalizar sus estudios superiores consiguieran el empleo deseado. No digo que el sueño haya fracasado, pero lo que está claro es que no se ha conseguido. Es cierto que en España el proceso se completó en 2010, coincidiendo con la crisis económica, y todavía no hemos dado con la fórmula del éxito. Posiblemente algo habrá influido, como me cuenta mi amigo catedrático de universidad, que «esta revolución metodológica en la enseñanza superior, se llevó en España a ‘coste cero’, es decir, sin incrementar el gasto por alumno y con una plantilla de profesorado fosilizada, sin capacidad de incremento y castigada en cuanto a que su selección se lleva a cabo exclusivamente por los méritos de investigación y no docentes».

Yo veo mucha similitud entre la implantación del Plan Bolonia y la del euro. En los dos casos se trata de una ‘unificación de criterios’ en Europa ya sea en la moneda o en la educación en la universidad. Pero mientras la primera fue perfecta y total, la segunda aún está en proceso de mejora.

La revolución del Plan Bolonia consiste en dividir la enseñanza superior en tres niveles. El ‘grado’, que sustituye a licenciatura, y tiene una duración de cuatro años (240 créditos). El ‘máster’ que es una especialización en un ámbito concreto y puede ser un año (60 créditos) o dos (120). Y ‘doctorado’ que suelen ser cuatro años. Los nuevos créditos European Credit Transfer System (ETCS) se diferencian de los anteriores en que no sólo se miden las horas de clase como antes (10 horas por crédito), ahora también tiene en cuenta el trabajo del alumno fuera del aula. Un ETCS pueden ser hasta 30 horas. Si esto es igual en todas las universidades de Europa se facilitan los movimientos de los estudiantes por los centros de enseñanza superior del continente.

El alumno pasa con el nuevo modelo educativo de ser un agente pasivo, que compraba apuntes y no iba a clase, a un estudiante activo que realiza trabajos y asiste obligatoriamente a clase. El papel del profesor ya no es sólo de clases magistrales y exámenes, sino que pasa a ser el tutor que guía al alumno en los talleres o laboratorios y se mide todo gracias a una evaluación continua. Las principales estrellas de este plan en España han sido la movilidad y la apuesta por grados bilingües. La movilidad se sigue vertebrando fundamentalmente a través de las becas Erasmus que dan la posibilidad de estudiar una titulación acreditada por varias universidades.

¿Cómo implica el Plan Bolonia a la enseñanza secundaria o bachillerato? En primer lugar, en el calendario escolar. Bolonia modifica el calendario universitario que comienza a principios de septiembre y finaliza en mayo. Esto obliga a los centros de secundaria a suspender los exámenes de septiembre y adelantarlos a final de junio. Incluso los exámenes de selectividad se adelantan para que todos los alumnos puedan empezar en la universidad el primer día de septiembre.

Los cambios de metodología de Bolonia que pasa de las clases magistrales al trabajo guiado y tutorial del profesor, con la intervención activa del alumno con prácticas en laboratorios o trabajos en grupo. Se pasa de los exámenes finales a la evaluación continua. Lógicamente, los centros de secundaria tratan de adaptarse a este cambio metodológico que coincide con el Bachillerato Internacional que en los últimos diez años se ha extendido con mucho éxito por toda Europa y, muy especialmente, en España.
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