No hay espectáculo –entretenimiento, encuentro o lo que le quiera llamar– con más futuro que la mirada al pasado. Los que lo conocen acuden a los cantos de sirena de la nostalgia, los que nada saben de su existencia alucinan, por explicarlo con su propia expresión.
Una de las actividades que está causando furor en los últimos tiempos son los encuentros de bolilleras, cientos –no es una forma de hablar– de artesanas del encaje que se reúnen en un amplio local de nuestros pueblos y se ponen manos a la obra, con la banda sonora de la madera de los bolillos golpeando con ritmo, con las frases cruzadas entre bolilleras y bolilleros que siguen a su faena sin necesidad de mirar la pieza que están haciendo, guiándose por los alfileres que componen el patrón del mundillo, con la mirada de quienes no se acaban de creer lo que ven...
Camariñas sin fronteras.
Historias con futuro. De hecho no se creerían las viejas bolilleras que al mismo tiempos que van creciendo los tejidos van viajando por las redes para que sus amigos o colegas las puedan seguir en vivo y en directo. «Cosas de los demonios», que se decía entonces.
Pero el futuro cargado de pasado es muchas veces un arma que carga la polémica. Se vivió no hace tanto cuando una ‘youtuber’ comenzó a colgar tutoriales sobre el encaje de bolillos. Hasta ahí podíamos llegar, en nuestros encuentros enseñan las mañas gente seria y preparada... pero las visitas seguían creciendo en el canal de la bolillera 3.0
Qué menos se podía esperar. Ahora mismo si no protagonizas una polémica en las redes no puedes aspirar a ser nadie.
Y los bolillos son mucho.
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