Bolera bajo los adoquines

11/10/2018
 Actualizado a 10/09/2019
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La verdad es que si los que están mirando no ponen más cara de disfrutar con el lanzamiento de la buena mujer mal se me pone para venderos las bondades de la imagen que el bueno de Mauri pilló al vuelo en el rincón que los juegos tradicionales también encontraron en las pasadas fiestas de San Froilán, que fueron un éxito como ocurre cada vez que se programa la atracción más infalible: el buen tiempo.

Si además hay zampa... mejor. Si hay tradiciones... mejor que mejor. Si hay artesanos... bienvenidos. Si bendice el obispo... cosas suyas, todo es bueno para el convento. Si... bien, pero que no llueva.

Pero frente al escepticismo que parecen mostrar sobre el resultado final los paisanos que miran –un jubilado leonés mirando es difícil que se emocione pues ya lo ha visto todo, hasta montar las escaleras mecánicas del Corte Inglés–, frente a su escepticismo está la pasión, el interés y la gracia de la jugadora, que tal vez disfrute aún más recordando aquellos años en los que los juegos también eran «cosa de hombres», como el coñac Soberano, que así decía su eslogan. Y ellos, cosa de hombres, eran los que se quedaban a la salida de misa en la bolera hasta la hora de comer, a mesa puesta.

Por suerte también han tomado las boleras. Y le ponen esa pasión de quien disfruta sabiendo que bajo los adoquines estaba la bolera.
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