13/11/2022
 Actualizado a 13/11/2022
Guardar
En un pasado no tan lejano mucha gente tenía cara de mula. Era una variante anatómica bastante habitual, acompañada para las fotografías por la boca abierta de pasmo, nunca muy favorecidos los retratados. Quizá fuese entonces cuando empezó la visión negativa del semblante boquiabierto. Con lo bonitos que son los équidos en todas sus formas.

Pero eso se acabó. Se ha resignificado la boca abierta, ahora para el canon es atractiva. Con la boca abierta se ven un poco mejor los labios, que si no destacan nada por ser muy finosy llevarlos apretados es como si no tuviese boca la carita en cuestión y eso queda feo hasta para un dibujo animado. Se busca la boca abierta, que se abre incluso cuando cualquiera estaría más a gusto con ella cerrada (menos los bocalones que no callan). Aunque se debe matizar, queremos decir entreabierta (o entornada, en el caso de que fuese tamaño puerta) que es el grado en que verdaderamente apunta a su nueva semántica: la expectación.

Ha dejado de ser despreciada y de estar mal vista. Y lo de la connotación sexual, quizá algunos malpensados bienpensantes le dediquen una reflexión aviesa, pero los padres de niños pequeños hemos hecho nuestro trabajo desexualizador del lenguaje y la imaginería y nos comunicamos con total libertad, sin segundas. Solo de la Orquesta Mondragón para arriba nos suena todo un poco menos inocente.

El vociferado riesgo de entrada de mosca en boca es muy bajo, tiende a cero. Es más fácil cazarlas al vuelo (aquí el verdadero señor de las moscas) que que te entren en la boca. Pero alguna contrapartida sí que tiene el aperturismo. Lo malo de tener la boca abierta a menudo es que se seca y, como dijo el otro día una celebridad argentina, es horrible el olor a saliva seca. Peor se pone la cosa si pasamos de la vigilia al sueño, porque ahí estamos vendidos. Te puede caer la gracia de que te coloquen un cigarro en la comisura, como si muñeco de nieve en La Condesa fueses. O pueden hacerte una cabronada mayor, podrían jugar a la rana contigo.

Pero volviendo al mundo de los despiertos, celebremos el nuevo estatus de la boca abierta, que ya quisieran para sí los morritos, todavía vistos como pose de atontados forzosos.
Lo más leído