22/02/2021
 Actualizado a 22/02/2021
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Las últimas y recientes elecciones en Cataluña, donde viven tantos leoneses, coinciden con las últimas noticias que ponen de relieve el deterioro imparable de nuestra tierra.El resultado de lo primero, el triunfo del nacional separatismo, cierra a los no catalanistas la puerta de la convivencia. Y el resultado de lo segundo anula el billete de vuelta para los leoneses a su tierra. Porque los partidos catalanistas, y como dice Luis Landero: «Son nacionalistas manejados por una burguesía reaccionaria ansiosa de poder y en gran parte corrupta» y parecen haber llegado a la conclusión de que ya no merece la pena continuar disimulando que somos un estorbo para ellos y que los socialistas todo se lo consienten. Como dijo, probablemente por un lapsus lingue, la vicepresidenta Carmen Calvo, en la TV el martes 16 de los corrientes: «Nosotros escribimos blanco sobre negro».

Huérfanos de representantes, nos queda firmar nuestro testamento, que muy bien podría parecerse al que dejó escrito Violeta Parra antes de suicidarse de un tiro en la cabeza: «El presidente Frey es un farsante. Fidel es un romántico. Lenin se equivocó. No quiero que mis hijos sean más cobardes». Esperaremos a ver qué nos dice el insigne leonés, Santiago Trancón, que tanto sabe de Cataluña (no en vano fue autor del texto del famoso manifiesto de los 2.300) en su último libro, ‘España sentenciada’, que habla de ello. Y les aseguro que Santiago Trancón no escribe nunca blanco sobre negro. En todo caso, le puede suceder lo que a Muñoz Molina, quien declara: «No tardé en descubrir que más peligroso que no saber mucho era saber demasiado; que del virtuosismo al amaneramiento podía haber solo un paso». ¿A ver si es eso lo que le pasa a la vicepresidenta?

Llega un momento que el exilio se barrunta ya perpetuo. Y hay que decirlo. Nuestra patria se diluye y esta de adopción se vuelve definitivamente incomprensible. Y aquellos en cuyas manos podrían estar las soluciones, se ponen a escribir blanco sobre negro. Pero, si queremos continuar siendo libres,hay que hablar de ello. Como creía George Orwell: «La libertad es el derecho de decir a la gente aquello que no quiere oír».

Quien no escribía blanco sobre negro era el poeta y amigo Joan Margarit, que pasó su niñez en Rubí, en el Vallés, cerca de Barcelona,y que acaba de morir de cáncer linfático, a los 82 años de edad, y que, en una entrevista declara: «A mí España me da miedo. España con Cataluña dentro». Su gran sabiduría le llevó a afirmar que «la poesía es hoy la última casa de misericordia».
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