Blanca Doménech: "La vejez, expulsada de la vida"

La psicoanalista protagoniza este miércoles una nueva ponencia del V ciclo ‘Actualidad, pensamiento y psiconálisis’, que ella misma dirige con Mª Dolores Navarro. El tema de su charla será 'La vejez, entre el reconocimiento y el olvido’

Fulgencio Fernández
20/02/2019
 Actualizado a 16/09/2019
La psicoanalista Blanca Doménech.
La psicoanalista Blanca Doménech.
La vejez es el asunto que protagoniza el debate que este miércoles (a las 19 horas, en el salón de actos del Ayuntamiento) propone a los asistentes Blanca Doménech, en una nueva cita de la quinta edición del ciclo ‘Actualidad, pensamiento y psicoanálisis’. Parte la ponente de una reflexión general en la que existe «un estigma asociado a los términos vejez o viejo, por lo que buscamos eufemismos, persona mayor, edad madura, otoño de la vida, edad de oro, tercera edad…. Si cuando hablamos de la juventud o de la niñez no buscamos palabras que ‘suavicen’ la realidad, ¿por qué hay que apelar a eufemismos para hablar de la vejez? ¿Es la vejez una realidad temida? ¿Una condición desagradable?».

Cree que demasiadas veces ser viejo se asocia a pérdida, inutilidad, dolor, finitud y muerte. «La vejez queda expulsada de la vida o al menos ubicada en los bordes de la misma, en la marginalidad. Quizá esa sea la razón por la que tratamos de esconderla bajo términos menos duros, eufemismos».

Recuerda Blanca Doménech que el gerontólogo Robert Butler acuñó en 1969 el término ‘edadismo’ para referirse a una nueva forma de discriminación hacia las personas mayores, análogo al racismo o al sexismo. «Es una discriminación, paternalista, sutil y difícil de detectar, generada a partir de los estereotipos sociales que pretende igualar a toda persona –a partir de una edad indeterminada- en un único patrón y ajustar las actitudes de niños, jóvenes, adultos, y de los propios viejos, a ese único modelo. Se configura así, consciente e inconscientemente, la percepción y las actitudes de todos los sujetos, de los medios de comunicación, de la publicidad, las instituciones, los profesionales de la salud que se relacionan con viejos».

Esta situación lleva a la ponente a plantear que «si el ser humano viejo pierde su valor social, si es marginado de la vida común, del circuito del deseo, se transforma en una especie de sujeto en suspensión, un sujeto sin proyectos, sin futuro, sólo con un pasado, como una forma de reminiscencia repetitiva, que nadie escucha».

Y planteará para la reflexión que «desde el psicoanálisis entendemos que no existe un ‘ser viejo’, sino un ser envejeciendo. La vejez no es un estado, es un proceso inacabado de subjetivación. Por eso debemos ser menos críticos con el propio cuerpo y sí más críticos con los estereotipos y prejuicios sobre la vejez».
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